Editorial


Las cuentas rendidas por Pinedo

En medio de la avalancha de corrupción en nuestro país, satisface saber que el Distrito de Cartagena diseñó un sistema de contratación que amplió en un 700% la participación de proponentes por cada licitación pública, abierto a la comunidad y a las veedurías.

Aunque no todo puede ser ni ha sido perfecto, ni todos los funcionarios comparten el talante recto de la Alcaldesa, es la primera de varias administraciones que no llega al Palacio de la Aduana con un plan integral para repartir el erario entre la politiquería, sino para lo contrario: defenderlo. Y ese sí que es un gran logro.
En la rendición pública de cuentas de la alcaldesa de Cartagena ayer, también por primera vez –que sepamos- un mandatario muestra sus logros con cifras concretas basadas en indicadores de desempeño comprobables, establecidos al comienzo de su administración.
Los resultados más exitosos son: fijar y mantener una transparencia alta, reconocida por las organizaciones idóneas; hay muchos más participantes en las licitaciones de pequeña o gran cuantía; crecieron mucho los recaudos de los impuestos predial y de industria y comercio; la erradicación del analfabetismo; 20 colegios nuevos, 6 de ellos megacolegios, y la remodelación y a veces ampliación de 80 existentes; la cobertura universal en salud; la construcción y mejoramiento de más de 250 calles en barrios populares; y la recuperación de una superficie extensa de espacio público.
En un panorama lúgubre de sobornos en los megaproyectos viales del país, de saqueo descomunal a los recursos de la Salud, de componendas en diferentes entes del Gobierno para beneficiar a particulares, satisface que en Cartagena, la Alcaldesa y su equipo de gobierno hicieron su trabajo con integridad, sin dejarse seducir por la maraña de la corrupción.
En la reseña de los logros principales de la administración de Judith Pinedo, que se publica hoy en este periódico, se observa que a pesar de los obstáculos atravesados por una oposición política desleal y de los intentos de los corruptos de enredar y entorpecer su labor, la Alcaldesa no sólo gobernó siguiendo estrictamente lo que prometió en su programa, sino que estableció principios fuertes de inclusión, equidad y uso racional de los recursos públicos.
Muchos de sus objetivos al asumir el cargo no los logró, en parte porque se requiere el concurso y el aporte de otras instancias de gobierno y de otras entidades e instituciones.
La seguridad, por ejemplo, es un gran lunar, aunque no puede desconocerse el esfuerzo y algo de mejoramiento. Disminuyeron los homicidios y el sicariato, pero no lo suficiente. Se necesita la participación más firme de la Policía, el DAS, la Fiscalía y el poder Judicial.
La cultura ciudadana sigue siendo un sueño utópico, pues no bastan cuatro años para sembrar un pensamiento cívico y solidario, aunque nos parece que faltó intensidad y continuidad en las campañas.
Transcaribe sigue demorado, pero en este proyecto entran en juego no sólo otras instancias administrativas, sino muchos factores ajenos al ámbito local.
Excepto estos lunares, hasta ahora, la Administración distrital lo ha hecho bien y logró resultados buenos. Ojalá que quien la siga continúe con esfuerzos igualmente serios en transparencia y equidad.

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