Editorial


Las dobles calzadas

Lo que ocurre con los tramos urbanos de las dobles calzadas entre Cartagena y Gambote –que están paralizadas- es sintomático de la falta de una visión común que favorezca el interés general en Cartagena y los municipios aledaños.
La esencia del conflicto es que el cruce de la doble calzada por Arjona y especialmente por Turbaco, pisa una colección de intereses particulares consolidados a través de varias décadas.
En los años 50, el entonces Ministerio de Obras Públicas (hoy de Transporte) construyó las variantes en los pueblos para sacar el incipiente tráfico de buses y camiones, de los núcleos urbanos.
La condición para que las variantes fueran exitosas era que no se construyera en sus veras, norma que se irrespetó desde un principio por unos pueblos sin planificación, visión ni autoridad. Hoy esas vías están abarrotadas de construcciones irregulares y por comerciantes informales.
Tanto Turbaco como Arjona necesitan una doble calzada por donde está trazada, pero también necesitan unas variantes nuevas que oxigenen su crecimiento y les vuelvan a quitar el tráfico pesado de los centros urbanos.
Las dobles calzadas deberían atender el tráfico interno de ambos pueblos, mientras que las nuevas variantes deberían tener las dimensiones y localización para favorecer el interés general en primer lugar, incluyendo el desarrollo futuro según normas urbanísticas reconocidas, y no exclusivamente el interés particular de los terratenientes de los alrededores, algunos con una influencia inaceptable en el manejo municipal.
Los alcaldes de Turbaco y Arjona le deberían pedir al Ministerio de Transporte que les terminen la doble calzada por donde está trazada, incluyendo puentes peatonales, pero con el compromiso de que el Ministerio proponga y construya unas variantes técnicamente concebidas para sacar el tráfico pesado del centro de los pueblos, mientras que sus alcaldes y concejos se deberían comprometer a no dejar invadir las nuevas áreas públicas bajo ningún pretexto, ni a reinvadir las que se liberen ahora.
Es increíble que ya haya nuevas invasiones en la Troncal de Occidente a plena vista pública y las autoridades competentes no hagan nada. Son notorias las aledañas al cementerio, incluyendo terminales de transporte satélites y piratas, y la invasión restaurantera vecina al nuevo peaje de Turbaco, además de un cambuche en el lado opuesto.
Se debe alentar el empresarismo, pero no a costa del espacio público, de la formalidad ni de la movilidad. En ambos casos la indiferencia de las autoridades de Turbaco es notoria: no ven, oyen ni entienden y el problema se agiganta. No está lejano el momento en que allí se interrumpirá la movilidad a la que tienen derecho los ciudadanos.
La alcaldía de Cartagena y la Gobernación de Bolívar deberían intervenir ante Mintransporte, ya que una mala solución en Turbaco y en Arjona no solo perjudica a estos lugares, sino al departamento de Bolívar, especialmente a su capital.

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