Editorial


Las elecciones y la retórica de la vieja izquierda

La página de Internet llamada ANNCOL, en la que suelen publicarse los comunicados y las informaciones de las Farc, incluyó ayer críticas duras de sus columnistas habituales al triunfo de Gustavo Petro en la consulta interna del Polo Democrático. A Petro lo descalifican porque, a juicio de los columnistas, se ha entregado a “los mismos que han contribuido a saquear el país”, porque se propone realizar una alianza “reaccionaria e inmoral con la derecha” y porque “se declara enemigo de la solución política del conflicto interno”. Son frases conocidas de sobra, acuñadas en la década de los 70, por una izquierda que intentaba convencer al país usando frases sobre la injusticia del sistema económico extraídas de los textos de Nikitin, argumentos provenientes de los oscuros textos de Lenin y consignas incendiarias de las obras de Mao impresas en papel de arroz. Es contradictorio que quienes esgrimían el materialismo histórico como visión transformadora de una sociedad a la que consideraban rezagada de la corriente renovadora de la revolución, estén hoy detenidos en el tiempo viejo, ciegos a los cambios radicales que se han producido en el mundo. Es evidente que Petro triunfó en la consulta porque fue tajante en su posición de condenar la lucha armada que siguen sosteniendo las Farc en nombre de una justicia social en la que ni ellos mismos creen. A Carlos Gaviria, la mayor parte de los militantes y simpatizantes del Polo lo vio como encarnación de la izquierda obsoleta, que critica a la religión por ortodoxa y alienante, pero que sigue sin reflexión su propia ortodoxia, quizá más alienante. La opinión expresada en ANNCOL, que comparten muchos dirigentes y aparentemente casi la mitad de los seguidores del Polo Democrático, es la expresada por el propio contendiente de Petro, Carlos Gaviria, renuente a manifestar claramente su posición sobre las Farc e intentando distraer el debate sobre la ilegitimidad de la lucha armada con propuestas ambiguas de intercambio humanitario o salida negociada al conflicto. Esa opinión fue derrotada dentro de la propia izquierda, y si los recalcitrantes izquierdistas ortodoxos fueran sinceros consigo mismos, lo reconocerían y tendrían que aceptar que en Colombia, una gran mayoría –de la que hacen parte quienes defienden la izquierda democrática– ya no consideran a las Farc un actor político, sino un grupo violento que acude a métodos terroristas y que secuestra y mata con apoyo del narcotráfico. Por eso también resulta un error estratégico la posición de Germán Vargas Lleras de negarse a participar en una eventual alianza multipartidista, que ya empezó a discutir con el candidato liberal Rafael Pardo Rueda, si en ella participa Gustavo Petro. Más que sentar una posición ideológica tajante, esta renuencia parece un desaire soberbio, que es exactamente lo que tanto Vargas, como los demás líderes de oposición le reprochan al presidente Uribe. Los candidatos presidenciales que no adopten una posición dura contra las Farc y les exijan la liberación de los secuestrados, no tendrán futuro.

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