Editorial


Las Farc: tarde e inoportunas

Las Farc comienzan a enviar las señales de humo usuales, anunciando que liberarían algunos rehenes. Aún no entienden. Nadie las quiere ni admira, son una agrupación paria dentro y fuera de Colombia, y un anacronismo político y social.Las Farc tratan de incrementar la sensación de que aún son fuertes y tienen capacidad operativa. Capitalizan las tensiones políticas entre Uribe y Santos. Las ganadoras en esta diatriba son las Farc, no Uribe, Santos ni mucho menos el país.
La Fundación Ideas para la Paz (FIP) acaba de emitir un informe riguroso que desmiente con estadísticas veraces las voces que aseguran que a las Farc les funciona el “Plan Renacer”, porque ni están ganando nada, ni las Fuerzas Militares han perdido capacidad operativa ni tienen la moral baja. Lo que sucede es exactamente lo contrario, según la FIP.
La entidad examina los hechos de guerra entre 1990 y 2011,  dividiendo estos años en cuatro periodos (1990-1998; 1998-2002; 2002 y 2006; y 2007-2010) en los que analiza las acciones de las Farc vs los combates de las Fuerzas Armadas, además del control territorial de cada cual.
La conclusión a grosso modo es que las Farc han perdido más de la mitad de sus combatientes y del territorio que controlaban; que están en un repliegue severo; que sus acciones se limitan a defender sus retaguardias, en las que penetran cada vez más las Fuerzas Armadas; que incrementan el uso de minas quiebrapatas y francotiradores precisamente para defender dichos santuarios antes intocables, a los que las fuerzas del Estado están entrando con conocimiento, agallas y profesionalismo.
Entre 2007 y 2010, por ejemplo, hubo 1277 combates en promedio por año iniciados por las Fuerzas Armadas contra las Farc, versus 359 acciones iniciadas por esa guerrilla. Y cada vez los combates iniciados por el Estado se dan más cerca de las retaguardias, que pasaron de ser unos spa para subversivos, a unos terrenos peligrosos sin importar que sean agrestes. Las bajas sistemáticas de mandos como alias Jojoy y alias Cano, entre muchas otras, no son casualidad, sino el resultado de una estrategia bien definida.
En el primer semestre de 2011, las Fuerzas Militares han iniciado 529 combates en 129 municipios, mientras las acciones de las Farc han sido 279 en 114 municipios. La calidad militar y estratégica de los combates iniciados por el Estado son superiores, mientras las Farc hacen el esfuerzo de menor desgaste, apenas para proteger sus retaguardias sin importar si involucran y matan a los civiles.
Todavía pueden recurrir a los retenes ilegales y a otros actos de terrorismo. Aunque no tienen la capacidad militar de antes, el Gobierno no puede dormirse en sus laureles. 
Lo sensato sería que las Farc abandonaran la ficción de que se tomarán el poder por las armas, especialmente porque el pueblo en nombre de quien dicen luchar las detesta. Por otro lado, a través de la restitución de tierras y la ley de víctimas, el Estado les quitó el piso político.
Mientras más rápido se desmovilicen, mejor para ellas y para todo el país, pero poco se puede esperar de una organización que hasta ahora parece ciega y sorda.

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