Editorial


Lecciones de la jornada de aseo

Se realizó el pasado sábado la jornada de aseo que comentamos en este mismo espacio el jueves anterior, bautizada como “Mi Patrimonio más Limpio”, con resultado exitoso, según el balance de la Alcaldía y según el aspecto que presenta el Centro Histórico, eje de esta labor. Llama la atención el dato revelado por la Alcaldía, sobre la cantidad de basura recogida: más de 50 toneladas, no sólo de residuos sólidos, sino de escombros, en un sector que va desde los alrededores del monumento a la India Catalina hasta la avenida Rafael Núñez, y otros puntos como Canapote, alrededores del puente Romero Aguirre, Avenida del Lago, Chambacú, Santa Rita y un sector del Pié de la Popa hasta la Ciénaga de Las Quintas. No es la cantidad en sí misma lo que asombra, sino el hecho de que esa cantidad se encuentre depositada en un área que está incluida en los contratos que la Administración distrital suscribió con dos consorcios, para la recolección de los residuos sólidos y el barrido de calles. Hay dos explicaciones posibles a este hecho: los consorcios no están cumpliendo de manera plenamente eficaz con su labor o los cartageneros tienen tan poco espíritu cívico que arrojan basuras sobre la calle a cada momento. Cualquiera que sea la respuesta, el hecho de que sea necesario realizar campañas de aseo cada cierto tiempo, para que la ciudad tenga una apariencia limpia, obliga a pensar en la eficacia de estos contratos y en la necesidad de exigirles a los consorcios un mayor compromiso con su tarea. Pero también obliga a pensar en campañas más profundas para educar a la gente en la cultura de la limpieza y de su responsabilidad en el buen aspecto de la ciudad. Lo más satisfactorio de esta jornada de aseo fue la participación entusiasta de estudiantes de varias instituciones educativas del Distrito, como el Colegio Ambientalista de San José de los Campanos, la Institución Educativa NuestrA Señora de Fátima y los colegios Soledad Acosta de Samper y República de El Líbano. También hay que aplaudir la estrategia de conformar un equipo de trabajo y brigadas de voluntarios para explicarle a la comunidad los objetivos y características de la campaña, con el fin de involucrar en ella a toda la ciudadanía. Es de esperar que la Alcaldía cumpla en un plazo corto con su promesa de instalar canecas para la basura en distintos puntos de la ciudad, principalmente en aquellos que más se han visto afectados por el depósito de escombros y residuos sólidos. También que los consorcios de aseo actúen para erradicar los basureros satélites. Finalmente, debe aprovecharse el entusiasmo de los estudiantes, para convertirlos en líderes de otra campaña más amplia y continua de cultura ciudadana, que enseñe a los cartageneros a volverse responsables del cuidado de su ciudad, no sólo evitando arrojar basuras a las calles, sino vigilando para que otra gente no lo haga. Lo ideal no es que la campaña tenga carácter permanente, como lo anunció la Alcaldía, y que estas brigadas sean formalizadas, sino que no haya necesidad de hacerlas porque los ciudadanos mantienen limpias las calles y los consorcios de aseo cumplen cabalmente con su obligación de recoger las basuras.

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