Editorial


Lecciones que nos deja el drama de San Francisco

El barrio San Francisco surgió en la década de los 60 del siglo pasado, en la época de mayor crecimiento poblacional en la historia de Cartagena y del consecuente proceso de expansión del espacio urbano, especialmente alrededor de caños interiores y a orillas de la Ciénaga de la Virgen.
La actual configuración física del barrio es el resultado de un proceso largo, que se inició con tres invasiones entre 1963 y 1967, en terrenos no aptos para uso residencial por su vulnerabilidad a las inundaciones y la inestabilidad del suelo.
Aunque al principio los invasores fueron desalojados por las autoridades, su insistencia y la circunstancia de no tener lugar donde vivir, hicieron que finalmente se tolerara el asentamiento y se legalizara el barrio.
En una ponencia presentada por Rina De León Herrera, Carmen García Martínez y Miguel Panadero Moya, de la Universidad de Cartagena y de la Universidad Castilla-La Mancha, en el X Coloquio Internacional de Geocrítica, realizado en Barcelona en 2008, se hace una descripción minuciosa del proceso de formación de San Francisco y su situación hace cinco años, resultado de una profunda investigación en la que fueron entrevistados numerosos habitantes de distintos grupos representativos.
Los investigadores encontraron que en 2006, los habitantes del barrio vivían en una situación precaria, con un bajo nivel de ingresos, y en una situación de gran vulnerabilidad con respecto al espacio físico, amenazados por las inundaciones y los deslizamientos.
“El barrio posee una baja calidad medioambiental, el equipamiento comunitario resulta insuficiente y se requiere mayor inversión en infraestructuras, y es imprescindible el acondicionamiento de calles y desagües pluviales, así como aumentar la disponibilidad de áreas verdes”, decían los investigadores mencionados en su ponencia.
Aunque la ponencia es apenas un resumen del extenso trabajo investigativo, con entrevistas y trabajo de campo en el lugar, da un panorama completo sobre la amenaza que se cernía sobre San Francisco.
Pero al igual que muchas otras tesis académicas e investigaciones serias y amplias sobre problemas ambientales y sociales de Cartagena, descansó siempre en los anaqueles de universidades y agremiaciones profesionales, sin ser consultada por gobernantes o dirigentes de la ciudad.
El caso de San Francisco es paradigmático de muchos años en que la ciudad creció a la topa tolondra, sin rumbo fijo y sin prever sus gobernantes que en algún momento la crisis social debía estallar.
Las conclusiones de la ponencia que mencionamos, aunque son generales, marcan una hoja de ruta que sólo ha empezado a tenerse en cuenta en los últimos 10 años, de manera muy exigua.
Dicen los investigadores que la complejidad de la pobreza “exige soluciones integrales que requieren estrategias participativas”, lo que se empezó a hacer apenas en los últimos años, con el diseño colectivo de los planes de desarrollo y los presupuestos participativos.
El drama de San Francisco debe motivar a gobernantes, concejales, dirigentes cívicos y políticos, a la empresa privada y la comunidad, a hurgar un poco más en las memorias investigativas universitarias sobre Cartagena, porque seguramente allí pueden hallarse las claves para encarar los problemas locales.

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