Editorial


Los barrios precarios

Los aguaceros son una tragedia anual en Cartagena y este año podrían ser mucho más fuertes por “La Niña”, de la que las autoridades están avisadas. Los inviernos leves que habíamos pasado permitieron uno o dos años de tranquilidad, pero lo que se viene ahora podría ser grave. La razón principal para la inundación de los barrios más pobres es que fueron levantados sobre terrenos bajos que fueron invadidos, la mayoría desagües naturales. Policarpa es un ejemplo clásico de lo anterior, porque lo “edificaron” dentro de una cañada por la que sale a la bahía mucha agua de la cuenca hidrográfica aledaña. Los demás barrios inundables están principalmente alrededor de la Ciénaga de la Virgen, cuyas orillas han ido rellenando sus invasores durante décadas, y siguen haciéndolo en inmediaciones del Anillo Vial, a la altura de La Boquilla. En los años iniciales no pasaba mayor cosa porque el nivel medio del mar era más bajo y las escorrentías no eran detenidas por las mareas, ni siquiera por las altas; no había deforestación ni urbanizaciones, y ambas permiten que el agua llovida ande a una velocidad considerable y en volúmenes grandes, aumentando su capacidad de hacer daño; y por supuesto, aumentó la población y con ella los damnificados. La deforestación ha permitido la erosión, y ésta se ocupa de tapar canales de desagües pluviales y tuberías. Ambos necesitan mantenimiento permanente y oportuno, y aunque ha mejorado mucho por cuenta del EPA y de Cardique, la mejoría no alcanza, sino que tienen que estar en estado perfecto para aminorar las tragedias. Desafortunadamente, la erosión no es la causa única del taponamiento de caños y tuberías de desagüe, sino las basuras, que hacen un daño terrible. La cultura caribe de barrer hacia afuera era aceptable, y hasta benéfica, cuando los desechos eran orgánicos y la vida era rural, ya que servían de abono, pero ahora esa costumbre arraigada es una desventaja enorme porque la mayoría de las basuras son plásticas. Éstas no sólo no son biodegradables, sino que duran siglos antes de descomponerse, literalmente hablando. La industria petroquímica solucionó un problema enorme con estas bolsas porque son prácticas, livianas y seguras hasta para productos húmedos, pero creó un monstruo que destruye el ambiente. El ambiente no es un ente lejano, abstracto ni ajeno a nosotros, sino que es el medio dentro del cual vivimos. El problema es nuestro, personal, no de otros. Las demás invasiones de terrenos para barrios marginales ocurrieron en zonas altas como La Popa y demás elevaciones de la ciudad, deforestadas para cocinar con leña, y que por lo mismo completan el círculo vicioso que garantiza que se seguirán sedimentando canales, cunetas, caños y tuberías, además del peligro de quienes habitan estas zonas convertidas en terrenos deleznables. La única solución de fondo es evacuar todos los asentamientos marginales de Cartagena hacia cotas que garanticen su seguridad por muchas décadas más. Mientras tanto, nuestros barrios precarios entrarán en emergencia con cada temporada de lluvia, y la ciudad tiene que estar preparada.

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