Editorial


Los canales y la falta de civismo

El taponamiento de los caños y canales se ha convertido en un problema grave para muchos barrios populares de Cartagena, para la Administración distrital y para entidades encargadas de velar por un ambiente sano y libre de contaminación. Se trata de un problema recurrente, que contribuye a empeorar los efectos del invierno en ciertos sectores propensos a las inundaciones y a los deslizamientos. La causa principal de estos taponamientos es la falta de civismo de muchos ciudadanos que arrojan basuras y escombros sin pensar en el grave daño que ocasionan. Hace varios días se publicó en este periódico una foto que mostraba un sofá tirado en un canal y constantemente se publican fotos de otros, repletos de basuras y escombros. Consultados al respecto, muchos lectores estuvieron de acuerdo con esta apreciación, pero uno de ellos denunció que en ciertos barrios hay quienes ensucian los canales para que EPA vuelva a contratar su limpieza, en un círculo vicioso interminable. El presidente de la Asociación de Juntas de Acción Comunal de la Localidad de la Virgen y Turística (Asojac), Aniano Morales Blanco, ratificó esa denuncia y agregó que hay personajes que inducen a la gente a echar basura en los canales, para luego conseguir el contrato de limpieza y subcontratarla con la comunidad, lo que les deja buena ganancia. Aunque la Directora del EPA negó esas denuncias, valdría la pena investigarlas minuciosamente, porque tales artimañas, en ejercicio de la más rampante corrupción, agotarían rápidamente los limitados recursos de la entidad, que podrían utilizarse de mejor y más eficaz manera. Satisface saber que el EPA “está dispuesto a imponer las multas que correspondan” a quienes arrojen desechos sólidos en los canales, pero no es realista depender exclusivamente de las denuncias de la comunidad para decidirse a actuar, porque hasta ahora tales denuncias han sido generales y no identifican con nombre propio a los infractores. Valdría la pena ensayar otras estrategias, aunque requieran algo más de esfuerzo y la asignación de personal adicional, como la de establecer un sistema sencillo de vigilancia, de manera que quienes arrojan basura puedan ser sorprendidos en flagrancia, lo que facilitaría la imposición de las multas. En cuanto a las campañas de cultura ciudadana, deben continuarse indefinidamente, porque ya están empezando a mostrar resultados positivos en ciertos barrios, cuyos habitantes han conformado comités encargados de mantener limpios los canales y solicitar al EPA cada cierto tiempo el corte de maleza y el retiro de sedimentos. Incluso, hay que pensar en extenderlas al manejo de las basuras domésticas, fomentando el reciclaje en la casa, con lo cual muchas familias podrían tener una pequeña fuente adicional de recursos derivada de la venta del material rescatado, y al mismo tiempo reducirían la cantidad de residuos sólidos que botar. La ciudadanía debe entender que la calidad de su entorno es también su responsabilidad, y que si acatan las recomendaciones pertinentes no sólo harán más fácil la vida diaria de su comunidad, sino que también mejorarán su propia vida.

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