Editorial


Los dueños de la virtud

La corrupción en el país viene destapándose a pasos agigantados, aunque falta hacer mucho más para erradicarla. La manera como la corrupción se ha incrementado, tanto en la cantidad de personas que incurren en ella como en los distintos campos donde asoma su cabeza, es pavorosa.
El caso reciente más notable es el “carrusel de la contratación” en Bogotá, en donde las estrellas principales han sido los hermanos Moreno Rojas y el grupo Nule, quienes les sonaron el silbato a los dos primeros.
Los fraudes en la Salud también han sido terribles, por lo que varias empresas de este sector han sido intervenidas y sus gerentes y propietarios judicializados. Mientras los pacientes mueren en las puertas de los pocos hospitales que funcionan, los accionistas se llenan las faltriqueras en un negocio tan redondo como desnaturalizado.
También se han destapado irregularidades enormes en el sector minero, al que se le han otorgado licencias indebidas en parques nacionales en Santander y otros lugares en donde la ley lo prohíbe expresamente, y en estos también se emprenden proyectos hoteleros con muchos de los permisos otorgados de manera dudosa.
El escándalo de Agro Ingreso Seguro (AIS) también ha tenido consecuencias legales que alcanzaron a personajes importantes del sector público y del sector privado, comprometidos en comportamientos inaceptables. Están encartados varios ex funcionarios del Estado, incluido un ministro.
La compra irregular de tierras en los Montes de María también salió a la luz pública, mediante la cual miles de campesinos fueron desposeídos y desplazados, o sus tierras compradas por muy poco dinero. En las compras masivas de tierra hay compañías importantes cuya actuación tendrá que ser aclarada. Por lo pronto se comienza a descubrir una trama de corrupción en alcaldías y oficinas de registros públicos de muchos lugares.
Un tiempo atrás estalló el polvorín de la captación irregular de dinero mediante las famosas “pirámides”, terminando estafadas miles de personas y en la cárcel otro grupo de ciudadanos, muy importantes unos, y otros desconocidos hasta entonces.
Años atrás los escándalos grandes fueron el de la compra de terrenos en El Guavio y el Metro de Medellín, cuyos desfalcos terminaron pagando todos los colombianos.
En estos negocios hubo y hay colombianos de todo el país, pero se nota en los medios nacionales un sesgo tremendo y un trato altamente discriminatorio contra la gente de la Costa Caribe.
Los Nule, por ejemplo, son descritos en la gran prensa, radio y televisión como los empresarios “costeños”, pero no hemos leído ni oído que a sus contrapartes, los Moreno, se les describa en esos mismos medios como los políticos “andinos”, como tampoco sucedió con el Guavio, el Metro de Medellín, AIS, ni con las tierras compradas por personas y compañías interioranas en los Montes de María.
La corrupción es nacional y los habitantes del Caribe no podemos seguir tolerando semejante trato despectivo e hipócrita. Si la razón no da resultado, la región tendrá que recurrir a las cortes para que la gran prensa le dé a los costeños el trato digno al que tienen derecho y que además, merecen.

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