Editorial


Los peatones, infractores

La Corporación Fondo de Prevención Vial realizó a finales del año pasado un estudio sobre los puntos viales más peligrosos para los peatones en Cartagena y concluyó que los factores que aumentan la peligrosidad de esos puntos son la inaccesibilidad de los corredores peatonales, el mal estado de los espacios públicos, las deficiencias en la infraestructura para el cruce de personas, el exceso de velocidad de los vehículos y la imprudencia.
Este último factor es importante porque la imprudencia no es sólo de los conductores sino de los propios peatones, que son estadísticamente los usuarios de las vías más vulnerables y el número de víctimas mortales y heridos es bastante alto.
Una de las muestras más cotidianas e incomprensibles de la imprudencia peatonal es la reticencia al uso de los puentes construidos para que la gente cruce las avenidas de mayor flujo vehicular sin correr riesgos.
El cruce de la Avenida del Bosque, frente a la Clínica San Juan de Dios, es precisamente uno de los cinco puntos peligrosos señalados en el estudio, a pesar de que allí existe un puente peatonal, pero la gente se niega tercamente a utilizarlo, porque debe caminar más y subir una rampa.
Aunque la solución más usual para los cruces en vías de mucho tráfico es el paso peatonal a nivel con semáforos, los que existen en Cartagena no son usados tampoco adecuadamente, pues los transeúntes cruzan aunque el semáforo esté en rojo para ellos, exponiéndose a ser atropellados.
Es decir, el problema de estos puntos críticos no radica precisamente en que no se aplicó una solución adecuada para el cruce, sino en que cualquier solución que se aplique resulta inútil por la terquedad de la mayoría de los peatones.
Aunque todavía no se ha consolidado en la ciudad una cultura de responsabilidad vial, que obligue a los conductores a obedecer las normas de tránsito y a circular con “inteligencia vial”, como propone una campaña institucional, va siendo hora de aconductar a los peatones para que también acaten sin excepciones las normas que les competen.
Es usual que en sitios como el Centro Histórico, los peatones caminen por la calle, aunque las aceras no estén invadidas, violando así el artículo 57 del Código Nacional de Tránsito, que además de prohibirlo, dice claramente que cuando una persona requiera cruzar una vía vehicular, “lo hará respetando las señales de tránsito y cerciorándose de que no existe peligro para hacerlo”.
El artículo 58 del Código también prohíbe maniobras muy frecuentes aquí, como cruzar por sitios no permitidos, cruzar atravesando el tráfico en vías con pasos peatonales o subirse y bajarse de vehículos en movimiento.
El parágrafo 2 de este artículo dice que los peatones que no cumplan estas prohibiciones “se harán acreedores a una multa de un salario mínimo legal diario vigente, sin perjuicio de las demás acciones de carácter civil, penal y de policía que se deriven de su responsabilidad y conducta”.
Por supuesto, antes de aplicar sanciones hay que hacer una campaña de cultura ciudadana continuada que enseñe a los peatones a comportarse adecuadamente en las vías, pero todo indica que la zanahoria no funcionará sin una buena dosis de garrote.

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