Editorial


Los ricos también lloran

Ayer en Cartagena, los banqueros y los directivos de los gremios económicos le pidieron al Gobierno acelerar el desmonte de los tres tributos que consideran dañinos: el impuesto a las transacciones bancarias ó 4 x 1.000, los parafiscales y el Impuesto al Patrimonio. La presidenta de la Asociación Bancaria y de Entidades Financieras (Asobancaria), María Mercedes Cuéllar, fue más allá: planteó eliminar la tasa de usura porque debe ser la competencia libre la que fije los intereses por créditos o ahorros. En Cartagena, Asobancaria sustenta sus peticiones al Gobierno en que distorsiones como los impuestos mencionados y el control de las tasas de interés –que los bancos creen innecesario–, sumadas a lo complicado del cobro de cartera por los procesos judiciales prolongados, impiden que el sector financiero sea incluyente. Según Asobancaria, el índice de bancarización en el país es del 55% (y del 60% en la población adulta), pero sería muy superior si se liberaran las tasas de interés y eliminan los impuestos a las operaciones financieras y al patrimonio. La bancarización es, para el sector financiero, la única forma de formalizar la economía. En 1979, el canal mexicano Televisa emitió una telenovela exitosa en América Latina, “Los ricos también lloran”, impulsada por el fundador del canal, el magnate Emilio Azcárraga. La novela narraba los problemas emocionales de un grupo de millonarios o herederos de millonarios, que sufrían todas las desgracias posibles, excepto la falta de dinero. Las peticiones de Asobancaria podrían ser el argumento de una novela con ese mismo nombre, en vista de que al cierre del segundo trimestre de este año, los bancos del país tuvieron utilidades acumuladas por 2,53 billones de pesos, un incremento de 7,62 por ciento, con respecto a igual período de 2009. A pesar de esta prosperidad, los bancos sólo otorgan un pequeño porcentaje de sus recursos a la microempresa o a las empresas solidarias, justificándolo por el riesgo alto de esta cartera, a pesar de que las estadísticas muestran que el sector está entre los que pagan más cumplidamente. Condicionan el aumento del porcentaje de créditos al sector microempresarial, a que se eliminen los controles a las tasas de cambio, lo que en realidad multiplicaría sus utilidades descomunalmente. Asobancaria tiene razón en lo relativo al impuesto del 4 x 1.000 y el de las transacciones bancarias, pero no tanto porque los perjudique demasiado, como le demuestran sus utilidades, sino porque le hacen daño a la dinámica de la economía, al perjudicar a las personas con cuentas de ahorros. El argumento de que el control sobre las tasas de interés es el obstáculo para democratizar el acceso al crédito bancario, porque impide la libre competencia y hace menos transparente la actividad financiera, no puede demostrarse sino en términos teóricos, pues el volumen de préstamos a los sectores de menores recursos y oportunidades es tan pequeño, que no hay estadísticas contundentes sobre su riesgo. El sector financiero sigue protagonizando “Los ricos también lloran”, y llora a pesar de ganar 2,53 billones de pesos en el primer trimestre de 2010.

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