Editorial


Mariamulata: llegó la hora de los picotazos

Judith Pinedo Flórez fue elegida a la Alcaldía de Cartagena porque sus habitantes estaban hartos de la politiquería y de la corrupción. Predominó un voto de opinión que se comenzó a cohesionar dos años antes a través del voto en blanco contra la elección de Nicolás Curi, quien le ganó al “blanco” con un margen relativamente pequeño.
El desastre que fue la alcaldía de Curi se encargó de hacer crecer el voto de opinión, quedando Pinedo instalada en la Alcaldía en lo que para muchos fue un “palo”. El movimiento oficialista sacó 70 mil votos, que eran más o menos los que se esperaba que sacara, mientras que Judith Pinedo obtuvo 115 mil votos. El voto de entonces fue tan en contra de Nicolás Curi, como a favor de Judith Pinedo.
El mandato popular otorgado a Judith Pinedo fue claro: luchar para erradicar la corrupción en las costumbres políticas, tal como prometió en su campaña, especialmente en la contratación pública, el vehículo favorito de los saqueadores del erario.
Pinedo cambió las relaciones tradicionales con el Concejo, negándose a entregarle contratos ni burocracia, y éste se dedicó como nunca antes al control político. Hubo esfuerzos politiqueros por tumbar a Pinedo, y muchísimos más para meterle zancadilla, incluyendo demandándola a ella y a sus funcionarios por casi cualquier cosa, para “empapelarla” y quitarle capacidad de maniobra y tiempo de trabajo. Está claro que esa táctica sigue vigente.
La gestión de Pinedo ha tenido muchos logros, incluyendo la transparencia. Donde antes había cuatro contratistas que se repartían la torta entre ellos, ahora hay muchísimos más. Este éxito es uno de los que Pinedo proclama a los cuatro vientos, en la ciudad y fuera de ella. También los tiene en Educación, Salud, alfabetismo, e incluso, en kilómetros de calles asfaltadas.
Era previsible que al acercarse el término de su periodo como alcaldesa, se agitaría la politiquería, a la que nada le gustaría más que desacreditarla a ella y a su estilo de gobierno para retornar a las andanzas, principalmente la de repartirse la torta contratera, cada vez más grande en un Distrito con los recaudos mayores de su historia.
Pero a la vez que eso pasa, se extienden rumores –aun entre los amigos de la mandataria- de que si bien la Alcaldesa no le juega a la contratería, a las tajadas ni a dar burocracia, algunos de sus subalternos sí. Aun si fuesen comentarios infundados, merecen toda su atención.
Pinedo no puede parecer permisiva ni indiferente y debería invitar a todas las “ías” a que investiguen la contratación del Distrito, cosa que les conviene a todos los funcionarios probos, especialmente a ella.
Nadie esperaría que la gestión de un mandatario fuese perfecta. La de Pinedo con seguridad no lo es a pesar de sus logros indudables, pero no puede sentarse sobre sus laureles ni permitir que quienes votaron por ella para que limpiara la politiquería local, se sientan defraudados al final de su mandato.
A la Mariamulata le llegó la hora de dar picotazos donde fueren necesarios, aun dentro de su propia administración.

 

Comentarios ()

 
  NOTICIAS RECOMENDADAS