Editorial


Marina Cartagena

El Universal supo que el proyecto Marina Cartagena, en el Centro de Convenciones, va a todo vapor. Es sin duda el único sitio de la ciudad con los requisitos mínimos obvios para una marina como cualquiera de las mejores del exterior, como pretenden que sea. Sólo preocupa que los empresarios cartageneros queden excluidos, ya que uno de los prerrequisitos es haber administrado 1.000 puestos de atraque. Ninguna marina local llega a esa cantidad, y quizá tampoco se alcanzaría sumando los cupos de todas. Decimos que es el único sitio de la ciudad que lo tiene todo porque en el Centro de Convenciones hay el espacio suficiente para aparcar autos, para hacer las instalaciones que se requieran, y para no molestar a la comunidad. Aunque allí hubiera algún restaurante y también alguna cafetería, la marina incrementará los ingresos de los restaurantes y centros de diversión de la Avenida de El Arsenal. Sabemos que tendrá dos fases en cuanto a la construcción de sus muelles, y que la segunda se ejecutará 8 años después de otorgada la concesión en julio de 2010. En ambas etapas habrá un área especializada para megayates, que buena falta le hacen a la ciudad, y otra para yates comunes y corrientes. Con un calado entre 5 y 7 metros y un espejo de agua de casi 7 hectáreas, la marina estará bien preparada. Conviene recordar que este proyecto es posible gracias a los beneficios del Corredor Náutico, cuyas normas deberían ser modernizadas para que traer cualquier repuesto para embarcaciones no sea un mal parto, atravesado por la tramitomanía. Ya las costas de Colombia cuentan con suficiente vigilancia gracias a la aviación de la Armada y a Guardacostas, por lo que los seguros de los yates que navegan nuestras aguas no quedan automáticamente invalidados al entrar en ellas, como ocurría antes. El dragado reciente de un canal en la Bahía de las Ánimas, desde la Boya 50 hasta la dársena entre el Muelle de los Pegasos y el centro de Convenciones, llevado a cabo en los días del Foro Económico Mundial, no sólo permitió el atraque de los barcos escuela allí, sino que allanó el camino para la viabilidad de Marina Cartagena. Suponemos que el diseño permitirá que quepan los autos en los parqueaderos, aún cuando haya eventos multitudinarios en el Centro de Convenciones, sin tener que desbordarse hasta la Avenida del Arsenal, ya que esa vía no aguanta más abusos. Bastan y sobran los desmanes que siguen permitiendo las autoridades durante los fines de semana, cuando taxis y autos particulares se aparcan en doble hilera. El vaivén terrestre de los usuarios de los 408 atraques a los que llegará esta marina luego de 8 años, no debe estrangular más el tráfico. Marina Cartagena debería ser el modelo para las demás compañías que aspiran a tener estas concesiones, especialmente en la Avenida Miramar, una vía que ya está limitada a un carril. Cada día hay más carros aparcados allí, y cada día el tráfico es más peligroso. Una marina debería elevar la calidad de vida de un barrio, en vez de reducirla.

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