Editorial


Mermelada montañera

 

Para la Costa Caribe, la temporada de lluvias de 2012 ha sido más o menos normal, salvo la intensidad de los vientos, que este año han hecho bastante daño en los mismos techos marginales que siempre arrancan en los barrios pobres.

Aún faltan octubre y noviembre, cuyas lluvias no suelen ser copiosas ni tormentosas, pero sí frecuentes. Según el informe enviado ayer por el catedrático Manuel Alvarado y producido por el IDEAM, el río sigue bajando en El Banco, Magangué y Calamar a pesar de que las lluvias en el norte de Bolívar podrían hacernos pensar que el Magdalena tiene un caudal sobresaliente.
Apenas llegue el verano, las distintas oficinas de atención y prevención de desastres deberían hacer su tarea principal, la de prevenir mediante visitas a los barrios marginales para inspeccionar y reforzar los techos de las casas. 
Reiteramos que es mucho más barato y menos traumático para la gente si las autoridades tienen la prevención de ayudar a fijar las tejas de las casas, en vez de tener que repartir láminas nuevas en medio de una crisis invernal.
La indolencia burocrática parece bloquear las mentes de algunos de quienes deberían hacer dicho trabajo, y de sus jefes. No queremos pensar que repartir láminas y cobijas representa algún beneficio para alguien de tal manera que prevenir no sea tan atractivo como atender los daños en medio del dolor de sus víctimas.
Tenemos que recordar nuevamente que la sequía es grave para el campo, pero buena para hacer las obras públicas que se necesitan, cosa que parecen olvidar los burócratas de siempre. Los contratos para las vías deberían estar definidos ya para no perder los meses secos y no tener que trabajar cuando recomiencen las lluvias y ya no rindan las obras, que es lo que suele ocurrir. No es muy difícil de comprender, pero sí difícil de implementar, para desgracia de nuestra región.
Siguen sin concluir los tapones para muchos de los “chorros” abiertos por el invierno de 2010 y 2011. El gobernador de Bolívar, según le dijo ayer a El Universal, sigue esperando la segunda parte de los recursos prometidos para terminar de cerrar los chorros en este departamento, pero no le llegan ni las regalías ni mucho menos la plata del Presupuesto nacional, esa sí la verdadera “mermelada”, tan espesa, que no rueda Andes abajo y se queda atrancada en el Triángulo de Oro.
Tampoco se han siquiera comenzado obras como el levante del terraplén entre Corralito y Gambote, ni mucho menos los tres viaductos que debería llevar ese tramo, ni del puente nuevo en dicho pueblo, trabajos que dependen del Fondo de Adaptación.
La Mojana es una de las regiones más golpeadas por las lluvias. A pesar de ser una zona feraz, y de las promesas del Gobierno y de haberle nombrado un gerente bien intencionado pero mal respaldado, no conocemos que haya pasado nada serio para comenzar a blindarla contra las inundaciones.
Esperamos que una vez recuperado de su operación, el presidente Santos se ocupe de que los dineros oficiales fluyan hacia el Caribe colombiano.

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