Editorial


Motofobia

Ante la pregunta en un foro de la página electrónica de El Universal acerca de si las autoridades deberían imponerles más restricciones a los motociclistas, 91 % de los foristas estaban de acuerdo, y apenas 9% recomendaban no hacerlo.El ex comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena y entonces coronel, Carlos Mena Bravo, dirigió un censo primitivo hace un par de años en el que encontró que en la ciudad había más de 46 mil motos, y todo indicaba que esa cantidad seguía en ascenso. ¿Cuántas motos habrá verdaderamente en Cartagena?
Se sabe que un porcentaje altísimo del total de las motos de la ciudad se dedica al transporte ilegal de pasajeros, es decir, al mototaxismo. ¿Cuántos usuarios legítimos e ilegítimos de motos habrá en la ciudad?
El éxito arrollador del mototaxismo se le atribuye a varios factores: a que hay mucha gente dispuesta a utilizarlo y por lo tanto es un éxito económico; al fracaso estruendoso del transporte público; y al desempleo.
También se dice que la mayoría de los mototaxistas no son dueños de sus motos, sino que hay “empresarios” que son propietarios de flotas enteras, cuya rentabilidad es altísima por sus costos bajos, especialmente la mano de obra. ¿Cuántas motos serán de empresarios del mototaxismo, y cuántas propias de los conductores?
Otro dato que se da por cierto es que muchas de las motos que trabajan como taxis en Cartagena vienen del área rural aledaña a la ciudad: Arjona, Sincerín, Turbaco, Turbana y Bayunca, entre otras. ¿Cuántas motos entrarán de extramuros, y cuál es su porcentaje del total de las que trabajan en la ciudad como taxis ilegales?
También se repite que algunos mototaxistas tienen más de una moto para poder trabajar todos los días, burlando el pico y placa, aunque el sentido común indica que solo una minoría del “gremio” puede hacer ese gasto. ¿Cuántos serán?
La espina dorsal de la política estatal contra este fenómeno popular, como lo mencionamos antes aquí, sigue siendo similar a la del marido que vendió el sofá para evitar infidelidades futuras.
Así, se hacen normas a rajatabla que no le hacen mucha mella al mototaxismo, perjudican al porcentaje pequeño de motociclistas legales y legítimos, y no le solucionan a los conductores de automotores la locura que es el tránsito en la ciudad, con los enjambres de mototaxistas inventando sus propias reglas, y amenazando el éxito de Transcaribe, el sistema de transporte masivo pagado por todos los cartageneros.
En Cartagena parecemos saber mucho del mototaxismo, pero nadie tiene datos exactos de la actividad, por lo que controlarlo es aún más difícil. Aunque no se pueden relajar los operativos en su contra, si se partiera de estadísticas creíbles, sería posible entenderlo más y por supuesto, comenzar a enfrentarlo con políticas más acertadas.
Controlar el mototaxismo no puede obedecer solo a la motofobia, un sentimiento arraigado, comprensible y extendido en la comunidad por las imprudencias suicidas de estos conductores, pero es muy poco técnico para basar en él las políticas de control.
 

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