Editorial


No nos dejemos

La mayor ventaja que tienen los delincuentes para perpetrar robos, atracos y extorsiones es el miedo de la gente, que les impide actuar con rapidez y decisión para evitar convertirse en víctimas.Estadísticas no sustentadas estrictamente hablan de que, por el miedo, solo se denuncia una décima parte de los delitos que se cometen en Colombia, una cantidad que puede variar según la ciudad en la que ocurran los ilícitos.
El miedo de la gente tiene muchas causas. Algunos desconfían de las autoridades y sobre todo, de la justicia. Buena parte cree que los fiscales y jueces no actuarán con la suficiente eficacia, o reciben dinero para liberar a los delincuentes. Gran parte teme las retaliaciones de los delincuentes contra el denunciante o su familia.
El problema es que no denunciar un delito es la causa principal de que crezca la inseguridad hasta convertirse en un flagelo contra el que cuesta mucho trabajo y mucho dinero enfrentarse.
La seguridad, ya lo hemos repetido aquí innumerables veces, depende de todos los sectores de la sociedad, no sólo de la Policía. Si cada ciudadano estuviera dispuesto a valorar su entorno y a denunciar cualquier movimiento extraño que lo haga sospechar de una acción delictiva, con toda seguridad se podría capturar y enjuiciar a más delincuentes.
En Cartagena, se han conocido más y más casos de llamadas a propietarios de negocios de distinta naturaleza, exigiendo dinero, la mayoría de ellas realizadas por delincuentes comunes que se hacen pasar por miembros de las bandas criminales más tenebrosas, que cuentan con el miedo de las víctimas para perpetrar la extorsión.
En muchos casos, la víctima ha decidido denunciar la amenaza al Gaula, que la orienta y la instruye sobre los pasos a seguir, con lo cual se logra capturar al extorsionista.
Hace unos días, la víctima de una violación denunció con valentía a sus victimarios y logro su detención y judicialización, proceso que seguiremos de cerca hasta su culminación.
Otra víctima de atraco reconoció y denunció a los atracadores, y aunque una juez de garantías los dejó libres, ella no se amilanó y logró que otras víctimas se sumaran al reconocimiento y denuncia.
Contra la extorsión que amenaza generalizarse en la ciudad, pero también contra el robo, el atraco y el homicidio, sólo un frente unido de la ciudadanía, las autoridades, los gremios y los organismos de justicia, puede lograr combatir a los delincuentes y reducir esos delitos.
Ya se han dado los primeros pasos en esa dirección y es preciso continuar consolidando ese frente común, diseñando y poniendo en marcha estrategias conjuntas, cuya eficacia ha sido demostrada en otras ciudades que estaban soportando igual o peor asedio del crimen organizado y la delincuencia.
Estamos en un momento crítico en el que se requiere valentía, solidaridad, decisión y colaboración para enfrentar a los delincuentes que están tratando de tomarse la ciudad.
La indiferencia y el miedo solo facilitan ese propósito criminal. No nos dejemos.

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