Editorial


Pájaros en la Virgen

Hace unas semanas la ciudad se enteró del atraco a unos turistas durante un tour en la ciénaga de la Virgen. Pronto caerán los atracadores no solo porque la policía los busca, sino porque la comunidad ayudará a encontrarlos al ser la primera damnificada si se malogra la reputación del área.
Este incidente fue objeto de una reunión promovida por la Corporación Turismo Cartagena de Indias a la que asistieron los interesados: operadores, comunidad, Guardacostas y la Policía. Garantizada la seguridad del lugar, especialmente porque lo ocurrido es en verdad un incidente aislado, faltaría organizar unas excursiones para los avistadores de aves puros y duros.
Los destinos mundiales exitosos para los “bird watchers”, como se les llama a los aficionados al avistamiento de esta parte de la fauna, dependen de la credibilidad y variedad del catálogo de aves que puedan garantizar que hay en la zona, y que la probabilidad de verlas sea alta. Nada mata más rápidamente a un destino de pajareros –y a cualquier otro- que la falsedad en la promoción.
La ciénaga de la Virgen no es un paraíso para ver aves, ni mucho menos las más valiosas para los avistadores, como son las endémicas, pero raramente hay cuerpos de agua de 2.000 hectáreas tan cerca de la ciudad como nuestra ciénaga, y además, tiene cada vez más hoteles importantes en una de sus márgenes.
El avistamiento de aves ayuda a conservar el medio natural, puesto que si se altera ellas desaparecen. Los manglares de la ciénaga de la Virgen están en el lugar que deben estar, y si se puede establecer un negocio legítimo y respetuoso alrededor suyo termina ganado todo el mundo: la comunidad que trabaja en los recorridos, los restaurantes que alimentan a los turistas, los fabricantes de artesanías, y en fin, toda la cadena de servicios que apoya cualquier atractivo turístico de calidad, y sobre todo, sostenible.
Hace ya unos 15 años, el Cartagena de Indias Convention and Visitors Bureau (CICAVB) trajo a la ciudad a unos profesionales del avistamiento de aves, y además de recorrer el Jardín Botánico Guillermo Piñeres y visitar la ciénaga de la Virgen, avistaron más de 60 especies distintas en una hora de recorrido por el Canal del Dique y cuerpos de agua aledaños.
Este es un recurso natural que debe ser explotado no solo porque es buen negocio para todos, sino porque le conviene al ambiente al garantizar la palabreja clave antes mencionada: sostenibilidad. Ese es el secreto de destinos de naturaleza como Costa Rica, que “venden” sus aves y árboles millones de veces a través de las cámaras de los turistas, sin talar ni una rama ni sacar una sola pluma o piel de su hábitat. No hay ninguna otra actividad que sea más “gana gana”. 
Se requiere traer profesionales a explorar los alrededores de Cartagena, y cuanto antes mejor para participar de una industria que produce billones de dólares en el mundo sin hacerle daño.

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