Editorial


Paradojas ambientales

Quizá no haya nadie que no esté de acuerdo con cuidar el ambiente, o que no se preocupe por fauna y flora, o por los peligros del cambio climático. Y en el caso del Caribe colombiano, por el ascenso del nivel medio del mar.
En el país tenemos entidades ambientales municipales y supradepartamentales que hacen cumplir una reglamentación a veces tediosa, y que aplican estrictamente.
Un ejemplo reciente es el de ISA (Interconexión Eléctrica S. A.), empresa que instala la cuarta línea de 220 Mv al sistema eléctrico de Cartagena. La acometida se inicia en Santa Rosa y termina en la subestación de El Bosque; tiene tramos rurales y urbanos, y estos últimos tienen componentes aéreos y subterráneos.
Como es de esperarse, ISA trabaja con alguna afectación de plantas y árboles, concretamente, tiene licencia para podar menos de 1 hectárea (0,70 Ha) de manglares y es posible que en su recorrido tale algún árbol irremediablemente interpuesto en su camino.
Como es bien sabido por la comunidad, cualquier empresa o particular que afecte la flora debe compensar su daño al ambiente con creces. En el caso de ISA, debe sembrar 7 hectáreas de mangles en la ciénaga de la Virgen a cambio del que podará. Y por otro lado, debe sembrar 21 hectáreas de bosque seco tropical, para una compensación total de 31 hectáreas.
Nos parece requetebién que las entidades ambientales sean estrictas y que quienes afecten el ambiente lo compensen mucho más allá del daño que hacen, lo que en teoría ayudaría a revertir la deforestación en todas partes.
Pero es inane e injusto que mientras que a cualquier compañía o particular formal, en este caso ISA, se le aplique la ley por hacer muy poco daño y producir mucho beneficio social, como es darle más energía a Cartagena, las autoridades, que sí ven a ISA y a otras compañías como esta, no se percaten de que a pocos metros en la Perimetral todos los días talan –no podan- manglares para asentamientos irregulares y todos los días rellenan con escombros llegados en volquetas muy visibles.
A diario amanecen muchas más casuchas nuevas a costa del ambiente, pero en este caso son invisibles y no pasa nada. Por cuenta de este ambientalismo y legalismo selectivos, están invadidas en redondo las orillas de la ciénaga de la Virgen y ni a la propia Capitanía de Puerto, que lleva años denunciándolo, le hacen caso las demás autoridades. Pronto habrá que reasentar miles de invasores nuevos por cuenta del erario, dada la permisividad del Estado.
El ambientalismo y la ley no pueden seguir siendo selectivos y las diversas autoridades, lideradas por la Alcaldía, tienen que enfrentar la depredación diaria en esa y en otras áreas de Cartagena.

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