Editorial


Planear e integrar

Cartagena no había tenido tantas obras públicas juntas en su historia como en los 8 años del gobierno de Uribe (ojalá las terminen todas): las doble calzadas por la Vía del Mar y La Cordialidad; la doble calzada entre Cartagena, Turbaco y Arjona; el túnel de Crespo y la ampliación de la Santander y Avenida Primera de Bocagrande hasta La Escollera; la Vía Perimetral de la Ciénaga de La Virgen; la Ciudadela del Bicentenario; los megacolegios del Distrito; la Revolución del Concreto; y por supuesto, Transcaribe, que a pesar de sus problemas, transformará a la ciudad, haciéndola dar un paso importante hacia la equidad. En la última semana hemos visto la crisis del transporte intermunicipal, y el rifirrafe entre las alcaldías de Turbaco y Cartagena porque la ley obliga a los buses de extramuros a entrar a la Terminal de Transportes y a no dejar ni recoger pasajeros en la vía; y la retaliación del alcalde de Turbaco al prohibir sin éxito ni fundamento legal que los buses de la ciudad entrasen a territorio de Turbaco. Como en todas las crisis, de esta también podrían surgir algunas oportunidades: la más obvia es que –como mencionamos hace poco aquí mismo- los transportadores de extramuros deberían hacer parte de Transcaribe, ya que Turbana y Turbaco son comunidades “dormitorio” de Cartagena, lo que también es cierto de Arjona. La Terminal de Transportes de Cartagena está concebida para recibir los buses de todo el país, aunque sus usuarios más frecuentes son los pasajeros de los buses intermunicipales. Por eso se debería hacer un esfuerzo cada vez mayor para facilitar su llegada, recortando tiempos y distancias. La construcción de la doble calzada entre Cartagena y Turbaco no sólo debería integrar cualquier estación de trasbordo que establezca Turbaco dentro de sus límites territoriales, sino que se debería aprovechar para mirar un poco más allá de la inmediatez. Por otro lado, la Terminal de Transportes de Cartagena está sobre la vieja Manga de Doña Manuela, que sale directamente al pueblo de Santa Rosa, y que además tiene un ramal en “Y” muy cerca de la Terminal, que sube a Turbaco por dos partes: la bancada antigua del Ferrocarril de Calamar, saliendo a la parte trasera de la Urbanización La Granja; y la segunda, pasando frente al Jardín Botánico, Los Lagos y Selva Negra, hasta llegar a la Troncal de Occidente en Loma de Piedra, a la altura de la vieja finca La Cumbre. Si se habilitara y pavimentara la manga entre Santa Rosa y la Terminal de Transportes, en parte mediante valorización, los habitantes de La Línea se ahorrarían tiempo y dinero para llegar directamente a la estación sin el rodeo largo por La Cordialidad, que pronto estará congestionada por las 30 mil personas que habitarán la zona. Y si se hiciera lo mismo con el ramal que sube a Turbaco, preferiblemente el que sale a la parte trasera de La Granja, los pasajeros también llegarían a la Terminal mucho más rápido. Es el momento para pensar de manera integral e inclusiva en el desarrollo de Cartagena y de su entorno.

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