Todo el mundo sabe que la ciencia es una de las fuentes principales del avance del hombre y de la sociedad porque permite la innovación útil. Y de eso se trata en parte la III Semana de la Ciencia, Tecnología e Innovación, que se celebra en todo el país, incluida Cartagena, hasta el 8 de octubre próximo. Es auspiciada por Colciencias y por un grupo de universidades y entidades educativas, que además de los proyectos que presentarán, se benefician por el contacto entre sus docentes y alumnos, que comparten experiencias. Aunque todos creemos saber qué es la ciencia, la solemos asociar –por ejemplo- con el conocimiento que se requiere para poner un cohete en la luna, o para diseñar un submarino atómico. Es común que la ciencia tenga una jerga ininteligible para los no iniciados, y que se vea como una disciplina lejana de la capacidad de la mayoría de las personas. Estas y otras percepciones son las que tratarán de cambiar los organizadores del evento mencionado, no sólo en los 8 días que dura, sino en su actividad académica diaria. La ciencia tiene que volverse amigable y familiar para las generaciones futuras, y ojalá, para las de hoy también. Pero, después de todo, ¿qué es la ciencia? Aunque hay varias formas de decir lo mismo, la ciencia es la manera como se adquiere el conocimiento, que debe tener un sistema (el método científico) repetible y verificable, y también es el propio compendio del conocimiento. La ciencia suele valerse de las matemáticas para procesar y entender los datos que se recojan en las investigaciones, ya que sólo se puede ocupar de lo que se puede medir. Hay ciencias exactas (lógica y matemática), e inexactas, que son todas las demás, como por ejemplo, las ciencias sociales. Hubo una época en que las universidades buscaban el conocimiento por el conocimiento mismo, sin pensar que debía tener algún objeto práctico. Se repetía que cualquier contribución al conocimiento académico era necesaria, aunque no sirviera para nada en el mundo por fuera de las aulas. Primaba el concepto de la “torre de marfil”, como se describía a una universidad enclaustrada, mirándose su propio ombligo, elevada por encima del mundo y aislada del pragmatismo de la vida de la gente común y corriente. Por fortuna, la clave de la ciencia que se practica hoy es la pertinencia, que se refiere a su capacidad para resolver problemas de la gente de carne y hueso, mejorando su calidad de vida, y no para especular sobre asuntos insubstanciales. Como sugerimos al principio, entonces, inculcar la pertinencia es parte esencial del sentido de la III Semana de la Ciencia, Tecnología e Innovación, que debe estimular a los jóvenes a tomar amor por la investigación. Este sentido de una ciencia utilizable exige una alianza permanente y cercana entre las entidades educativas, y los sectores público y privado, para poder responder a necesidades fundamentales de la sociedad, con lo que se mejora de inmediato la calidad de vida individual.
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