El desempleo volvió a subir en Colombia, y entre julio de 2009 y junio de este año, el número de desocupados aumentó un 10,6%, según el DANE. Lo más preocupante es que el llamado subempleo subjetivo, que se considera a efectos de manejo económico como parte del empleo, creció en junio de este año el 32,7%. En junio del año pasado, su crecimiento había sido del 28,2%. En medio de un excesivo optimismo debido a los satisfactorios resultados en indicadores como el crecimiento del PIB o de la producción industrial, el aumento del desempleo no sólo agua la fiesta de la reactivación económica, sino que ratifica una vez más que las estrategias que conformaron la política económica del país en los últimos ocho años no tuvieron la menor influencia en la creación de puestos de trabajo, y por el contrario contribuyeron un poco a eliminar muchos de ellos. Ya el ex ministro Rudolf Hommes había dicho en su columna de El Universal que mientras los estímulos del Gobierno siguieran enfocados a la compra de maquinaria para aumentar la producción, en lugar de aumentar, los puestos de trabajo disminuirán. Tampoco la flexibilización que promovió el Gobierno, con el fin de reducir los costos laborales, impulsó la creación de empleo, pues sin una norma que supeditara la exoneración de pagos por horas extras o recargo nocturno al aumento del número de empleados, las empresas simplemente se aprovecharon del beneficio sin dar nada a cambio. En junio pasado había en Colombia 2.519.000 personas sin trabajo, 6,3 por ciento más que hace un año, reveló el DANE, y donde más de sintió este aumento fue en el sector rural, justamente en momentos en que se necesita reactivarlo. Por eso resulta satisfactorio el anuncio del próximo ministro de Hacienda, Juan Carlos Echeverry, de varias medidas de choque que tienen como finalidad la disminución del desempleo y el aumento del empleo formal. Dos de ellas, descontar lo pagado en parafiscales del IVA y establecer un régimen especial para las empresas de menos de 50 empleados y otro para las de menos de 10 empleados, ensayarán otro camino diferente del poco exitoso que puso en marcha Uribe, con beneficios laxos para los empresarios, esperando que responsablemente los retribuyeran creando puestos. Sin embargo, el próximo Gobierno no ha dicho una sola palabra sobre la necesidad de obligar al sector financiero a un mayor compromiso para ayudar a las pequeñas y medianas empresas a modernizar y fortalecer su estructura productiva. Los bancos y corporaciones financieras siguen prestándole exclusivamente a las grandes empresas, cobrando intereses altos y otorgando plazos muy cortos a las pequeñas y medianas, con lo cual las condenan a mantenerse estancadas y con grave riesgo de menguarse y desaparecer. Habrá que esperar las medidas del Gobierno de Santos, pero es indudable que la prioridad económica debe ser el desempleo.
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