Editorial


A propósito de un relleno

La solicitud de los distintos permisos para rellenar 137,1 hectáreas de la bahía de Cartagena por parte de la empresa Contecar, que necesita agrandarse más, causó revuelo apenas se conoció a través de los edictos en dos diarios de circulación nacional, de los que se recogió la noticia localmente.
Antier se sabía poco del proyecto. Ayer El Universal habló con Alfonso Salas, gerente y vocero del grupo de la SPRC, quien dijo que su solicitud de concesión se ceñía a la ley, y aparte de confirmarla, no hubo mayores detalles, pero la ley prevé periodos de socialización para estos procesos en los que se tendrá que entregar toda la información.
La sorpresa que causó este proyecto y la oposición que levantará por diferentes motivos son representativas de la falta de una visión común en Cartagena acerca de lo que debe ser su desarrollo y norte. Aquí las cosas suceden a los trompicones.
Las edificaciones gigantescas levantadas y por levantar en Bocagrande, El Laguito, Castillogrande, Manga y Marbella, por ejemplo, fueron posibles por un esguince a una norma que permitía mayor densidad en los edificios de esquina, extendida a todos los demás, pero no se previó por dónde circularían los miles de vehículos nuevos que serán consecuencia de la nueva densidad de construcción.
La Alcaldía permitió esta explosión de edificaciones alegremente sin prever sus consecuencias. ¿Hasta cuándo alcanzará el agua potable y la capacidad del alcantarillado? ¿Cómo expandirán las vías? ¿Los parqueaderos? ¿Las zonas verdes?
Cuando hayan construido algunos edificios más, de los que ya son posibles y están autorizados, será casi imposible circular por las vías del sector turístico, de Manga y de otros barrios. Entre las protecciones contra las mareas progresivamente más altas y las necesidades de movilidad, tendrá que haber más rellenos en muchas partes de la bahía.
También es de esperarse que si una empresa portuaria ya necesita expandir sus muelles y áreas de contenedores, no será la única y otras compañías igualmente legítimas solicitarán concesiones. ¿Cuál es el equilibrio entre el desarrollo económico de la ciudad y la necesidad de preservar el ambiente? ¿Hay algún estudio que establezca los límites?
Esta ciudad necesita un gran consenso urbanístico nacido de una visión integral acerca de qué quieren los cartageneros y de cómo combinar sabiamente el desarrollo industrial, comercial, el turismo y el uso residencial del suelo.
Es apenas obvio que si el país está hablando de varios TLC y si aspiramos a elevar el estándar de vida de los habitantes mediante diversas estrategias, incluido el comercio exterior y la actividad portuaria, especialmente la que generará la expansión de la Refinería de Cartagena y la Construcción de la planta de Olefinas, tendrá que haber nuevas instalaciones portuarias y más rellenos.
El Alcalde y el Concejo deberían liderar esta discusión, sin maniqueísmos ni satanizaciones de ningún lado, para construir unas reglas claras lo antes posible, porque cada nueva improvisación le saldrá progresivamente más cara a Cartagena en todo sentido.

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