Editorial


Punta Canoa, oportunidad dorada

El Emisario Submarino que instala Aguas de Cartagena en Punta Canoa para disponer de las aguas servidas representa una mejoría ambiental notable para Cartagena, que ahora descarga 60% del alcantarillado doméstico en el sitio conocido como cuatro calles, en la bahía externa, mientras el 40% restante sale a la Ciénaga de La Virgen. El Emisario Submarino estará a casi dos kilómetros de la orilla y su pluma (el área máxima de difuminación de las aguas servidas) nunca podría llegar a la orilla sin que el agua salada la haya diluido ya, por lo que los bañistas siempre estarán a salvo. Pero no se puede negar que es normal que la gente sienta algún temor y que escoja zonas distintas para bañarse, “por si acaso”. Punta Canoa tiene entonces un dilema, pero representa una oportunidad. Quien haya intentado ir a las playas de los pueblos de la Zona Norte de Cartagena sabrá que a pesar de que su gente es hospitalaria, hay unas prácticas que hacen casi imposible tener tranquilidad. En primer lugar está el acoso de los promotores de los distintos estaderos, que trapo en mano y a gritos, se pelean por los pocos clientes que llegan, fastidiándolos hasta el punto de hacerlos ir a otra parte. Enloquece a los asistentes el bullicio ensordecedor de los diversos equipos de sonido, que impide una conversación civilizada con cualquiera, y tampoco permite un ambiente sosegado. Luego está la falta de sanitarios decorosos, con una disposición de residuos higiénica y ambientalmente confiable. Por último, el aseo de los enseres de cocina y de quienes cuecen los alimentos no siempre es el mejor. ¿De dónde vienen los pescados que expenden al público? ¿Cómo han sido conservados? Quien ahonde un poco en esta problemática podría dejar de comer pescado, salvo en su propia casa. Tal combinación de debilidades impide que estos pueblos puedan atraer un turismo de calidad siquiera mediana, y buena parte del que acude perpetúa los comportamientos que ahuyentan a quienes podrían gastar más si se arreglara el entorno. Punta Canoa tiene una oportunidad de oro de transformarse en un lugar “verde” y amistoso a pesar del Emisario, si tan sólo fuese capaz de cambiar el paradigma que convierte los males de estos lugares en un círculo vicioso, sobre todo si sus prestadores de “servicios” turísticos hacen siempre más de lo mismo, sencillamente porque no entienden cómo escapar de un sistema viciado y vicioso. Estamos seguros de que Aguas de Cartagena ha trabajado con la comunidad, pero es muy probable que se requiera la intervención de otros actores públicos y privados, como la Corporación Turismo Cartagena, las ONG que promueven el desarrollo comunitario y las entidades que extienden microcréditos. Se debería aprovechar que Punta Canoa tendrá un colegio nuevo para un programa de reeducación de adultos. Punta Canoa podría ser la vanguardia del desarrollo sostenible de los demás pueblos de la Zona Norte.

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