Editorial


Reforma a la salud e ideología gringa

Lyndon B. Johnson y Barack Obama han sido los únicos presidentes de Estados Unidos en pasar por el Congreso una ley que transforma el sistema de salud. A pesar del cambio importante que fue el seguro médico para la tercera edad llamado Medicare, propuesto por Johnson en 1966, está muy lejos de la dimensión de la reforma de Obama, cuyo primer objetivo es aumentar la cobertura de salud a 30 millones de personas más. Para los colombianos, el camino largo y polémico de este proyecto hasta su aprobación podría resultar incomprensible, y surge una pregunta: ¿Por qué es tan dificultoso que el Congreso apruebe una ley para ampliar la cobertura de salud? La respuesta podría estar en esa creencia arraigada en los estadounidenses, heredada de los pioneros protestantes, según la cual cada persona debe valerse por sí misma, un dogma reforzado por la ideología política que promueve disminuir el tamaño del Estado y reducir las prerrogativas del Gobierno federal. A finales del siglo XIX, una propuesta de ley de salud mental nacional fue vetada por el presidente Franklin Pierce, porque creía que era un asunto privado de los ciudadanos, en el cual no debía meterse el Gobierno. Pero ocurrió lo contrario. Los estadounidenses pasaron de pagar casi el 80% del costo de la atención médica a principios del siglo XX, a pagar sólo el 50%. El resto lo financia el Estado y la reforma de Obama aumentará más ese porcentaje. La reforma nueva tiene dos puntos fundamentales: a partir de 2014, todos los ciudadanos e inmigrantes legales están obligados a contratar un seguro de salud, o serán multados; y mejorar las condiciones de los seguros, de manera que las compañías no podrán rechazar a un cliente por sus condiciones médicas preexistentes o expulsarlo si contrae una enfermedad larga y costosa. Además, un gran porcentaje de estadounidenses no tendrá que pagar su seguro individualmente, pues deberá ser asegurado por la empresa donde trabaja, y en caso de ser despedido, recibirá ayuda para comprar un seguro en un fondo especial. Aunque todavía debe enfrentar escollos enormes, la reforma de salud marca un cambio trascendental, no sólo en ese servicio básico para los ciudadanos, sino en la fuente misma de la ideología que ha orientado la historia de los Estados Unidos, fortaleciendo el espíritu de solidaridad y la responsabilidad social que también subyacen en la conciencia estadounidense. Aunque la situación de Estados Unidos no es comparable a la de Colombia, es tentador establecer un paralelo entre la reforma aprobada allá y la que dictó aquí el Gobierno, al amparo de una emergencia social cuestionada en la Corte Constitucional. Aquí, la ampliación de la cobertura se supeditó a la prosperidad de las empresas prestadoras de salud, imponiéndole además a los ciudadanos la obligación de pagar un porcentaje mayor de los costos de la atención médica, lo cual implica que el Gobierno pagará menos. Allá se hizo lo contrario y, quiérase o no, Estados Unidos sigue siendo un espejo en el que se refleja el mundo entero. De manera que los candidatos presidenciales tendrán que presentarnos propuestas más sensatas que la de la emergencia en salud.

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