Editorial


Reiterando la unidad regional

La fragmentación social y política en la Costa Caribe ocurre en sus ciudades capitales y departamentos y se reproduce hasta en los pueblos más pequeños. No sugerimos remplazar la diversidad por el unanimismo, pero sí hacer y acatar acuerdos acerca de lo fundamental.
Ninguna sociedad puede progresar sin compartir una línea de base sólida: cumplir con los deberes implícitos en los derechos constitucionales, que no son gratis; seguir una reglamentación mínima para la convivencia civilizada, y practicar la regla de oro de no hacerle al prójimo lo que no quisiéramos que nos hiciera a nosotros.
Los deberes van desde no arrojar basuras a la calle ni hacer ruido en o hacia las áreas públicas, hasta sentirse obligado a participar en el renglón político mínimo: enterarse de las propuestas de quienes aspiran a gobernar y votar responsablemente. Votar es un deber.
Al menos ya hay más consenso de que la manera más práctica de lograr todo lo anterior -y mucho más- es a través de una educación universal pertinente.
Ser buen vecino no debería ser retórica altisonante, sino una práctica diaria provechosa con recompensas tangibles que mejoren el nivel de vida general. Igual debería suceder con el vecindario entre ciudades y departamentos en una región como la Caribe, pobre y atrasada, que no puede desperdiciar ninguna oportunidad para unir esfuerzos, no de manera ocasional y espontánea, sino mediante una cooperación activa, permanente y con objetivos.
Hace algunas semanas propusimos aquí que algún gurú de la talla de Michael Porter, o él mismo por tener vínculos antiguos con Colombia, estudiara a los 8 departamentos y ciudades de la Región Caribe y ayudara a determinar qué debería hacer cada cual para no dilapidar recursos en competencias estériles.
En vista del éxito de Expogestión Caribe 2012 y de los mensajes del propio Porter acerca de las bondades de la cooperación entre ciudades y departamentos, hacer dicho estudio parecería ser el paso siguiente, para el cual se podría componer un equipo multidisciplinario de profesionales de la Región Caribe, dirigido por Porter, por encima de sospechas de favoritismos.
La prosperidad quiere decir más dinero en los bolsillos de todos y no de unos pocos. Santos citó a Kennedy recientemente en el sentido de que no se puede ser rico cuando se está rodeado de miseria. Además de las implicaciones de justicia social, el postulado es pragmático porque sin una masa crítica de consumidores tampoco puede haber la base para crear muchas empresas locales exitosas, como las necesita un mercado interno fuerte y generador de empleos de calidad. Sin consumidores no hay empresas (ni empresarios) viables, y sin ingresos no hay consumidores.
Porter enfatizó que aunque la empresa privada tiene muchísima responsabilidad en el bienestar del país, debe hacer equipo con el sector público. Para simbolizarlo, habló del “Team Atlántico”, sus clientes de ese momento, en vez de los sectores públicos o privados, cada cual tirando para su lado.
La Costa Caribe no debería seguir perdiendo tiempo en duplicar acciones entre departamentos y ciudades, ni en vegetar “a ver qué pasa”, sino armar su propio tren de la prosperidad.

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