Editorial


Ruedas mortales

El pasado jueves, a eso de las 9:30 de la noche, una niña de 11 años iba en bicicleta rumbo a su casa por la Avenida Principal del barrio Colombiatón, acompañada por una amiguita, cuando una buseta afiliada a la empresa Cootransurb embistió a la bicicleta. La pequeña de 11 años murió y su compañerita resultó con lesiones de consideración. Los habitantes del sector reaccionaron indignados y atacaron a la buseta causándole averías serias y estuvieron a punto de linchar al conductor. No es la primera vez que una buseta de servicio público provoca accidentes mortales. La imprudencia y temeridad de los conductores de estos vehículos causa problemas a diario, que no tienen más consecuencias fatales por milagro. Lo grave es que esta ola frenética de conductores alocados, que atraviesan las vías urbanas realizando maniobras peligrosas, generando caos y embotellamientos, y dificultando la movilización, se ha vuelto asunto tan frecuente, que comienza a causar preocupación en la ciudadanía. La indiferencia absoluta hacia las normas de tránsito, la realización de acciones insensatas, las velocidades altas, los cruces temerarios y el irrespeto por los demás conductores, convirtieron las vías de Cartagena en trampas mortales. Hay sitios especialmente críticos, sobre los que el DATT debería concentrarse para acabar con las prácticas que dificultan el tráfico y lo vuelven peligroso, como lo hemos sugerido innumerables veces. El flujo desde la Avenida Jiménez, de Manga, hacia el Puente Román y hacia la Calle Larga, es uno de esos tramos, pues al llegar al Puente, hay tres filas de carros que desembocan en una sola, reduciendo la velocidad y obligando a parar en una pendiente abrupta, para encontrarse luego con el cruce de la Avenida del Pedregal, llena de vehículos que quieren pasar a toda costa. Ya en la Calle Larga, hay carros estacionados a lado y lado, aunque está expresamente prohibido, contribuyendo a la lentitud de movilización, de manera que entre la esquina de la Avenida Jiménez y la de la iglesia La Tercera Orden, un carro puede demorarse hasta media hora. En ciertas horas, las colas subiendo el Puente Román pueden quedarse inmóviles duramente mucho tiempo, aumentando de paso el mal genio y la agresividad de los conductores. Hay al menos 8 ó 10 sitios similares, en los que se combinan la imprudencia y la velocidad alta de los buses, las maniobras peligrosas de las motos, las paradas constantes de los taxis colectivos, y la obstaculización que hacen las bicitaxis, para imposibilitar un flujo rápido de vehículos. Obviamente, es imposible corregir los problemas en todos estos sitios simultáneamente, pero sí pueden controlarse uno por uno, dedicando toda la capacidad disponible del DATT hasta lograr que se normalice. Es cierto que parece un problema demasiado repetido, pero es justamente la falta de atención lo que lo convierte en dificultad de grandes proporciones, que crece a medida que aumenta el parque automotor. ¿Cuándo se decidirá el DATT a dar el primer paso para solucionarlo?

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