Editorial


Ruido, alcohol y accidentes

Ayer El Universal fue visitado por el comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, coronel Carlos Mena Bravo; la comandante de la Policía Ambiental, Yadeila Caballero; la directora del DATT, Eliana Serge; y por la directora del EPA, Ruth Lenes. Las tres entidades trabajan en llave para controlar el ruido, y sus tres cabezas dicen que tienen algunas herramientas para combatirlo, pero también muchas frustraciones por los vacíos legales y normativos que les impiden ser más contundentes en su trabajo. Ya las instituciones pertinentes tienen los sonómetros para medir los decibeles de las distintas fuentes de ruido, bien sean automotores públicos y privados, o establecimientos como bares y discotecas, pero sobre todo, los picós en las barriadas cartageneras. Las autoridades pueden decomisar los parlantes y demás aparatos que superen el nivel de ruido permitido, pero tendrán que cuidarlos mientras estén en su custodia y finalmente tendrán que devolverlos a quienes se los decomisaron. Si no logran cambiar la mentalidad de los conductores, poco se habrá logrado, y para lograrlo, han hecho convenios con las empresas transportadoras para tratar de concientizarlos. La combinación entre ruido, alcohol y automotores es muy común y dañina, pero las autoridades tienen pocos dientes para frenar las anomalías de manera drástica, como deberían poder hacer. A pesar de que las normas se volvieron bastante severas para los conductores embriagados que atropellen a una persona, la Policía no puede hacer una prueba de alcoholemia a quienes estén borrachos en un carro a menos que vaya en movimiento. De ahí que pueden hacer que los jovencitos con discotecas móviles aparcadas en la calle les bajen el volumen, pero no los pueden detener a ellos ni decomisarles los autos. Es entonces incongruente que la propia ley sea muy severa con quien mate a un peatón, pero que a la vez haga poco por prevenirlo, pudiendo hacerlo. Esto no impide, sin embargo, que la Policía establezca pruebas de alcoholemia en donde ya todos sabemos que pasan los conductores beodos, jóvenes y no tan jóvenes. Así se prevendrían muchos accidentes graves, como algunos que ocurrieron recientemente, en donde unos jóvenes borrachos y en contravía estrellaron su carro contra otros que iban en el sentido correcto, y hay algunos hospitalizados con grandes riesgos para su salud. Pero pocos respetan las normas, en parte porque no se hacen operativos de alcoholemia para meter en cintura a los infractores. Una campaña permanente en este sentido mermaría muchísimo la cantidad de personas dispuestas a arriesgarse a manejar habiendo tomado alcohol, y sin duda habría menos accidentes. La Alcaldía le presentó al Concejo un Proyecto de Acuerdo para darles dientes a las distintas autoridades para controlar el ruido, que haría bien en aprobar, ya que mejoraría la calidad de vida de los habitantes y seguramente disminuirán los problemas conexos, como el consumo de alcohol por parte de quienes van a conducir sus vehículos, influyendo para reducir la accidentalidad.

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