Editorial


Santos contra la pobreza

Todas las acciones del DPS se coordinan en la Mesa Transversal de Pobreza, donde están personalmente los ministros de Salud, Trabajo, Vivienda, Agricultura, Educación, Hacienda, el ICBF, Sena y DANE, y además, el propio presidente Santos. Nadie puede delegar su participación. Su efectividad se cuantifica mediante la medición de ingresos del DANE y del IPM (Índice de Pobreza Multidimensional), que mide la falta en los hogares de ciertos bienes y servicios básicos.
El miércoles pasado, el presidente Juan Manuel Santos citó a los directores de la mayoría de los medios de Colombia al barrio Casafinca, en Montería, para visitar –como “cogestores” y guiados por los llamados “gestores” de la Anspe-, a algunas familias que viven en la pobreza extrema.
Casafinca fue una hacienda invadida por personas que ahora viven del río Sinú. Unos son areneros que se echan al agua desde las 3,30 am a llenar las canoas de arena del fondo del río con baldes, para transferirla a las volquetas que aparecen cuando amanece, para luego llevarla a las construcciones de la ciudad. Otros viven de lavar motos y carros en lavaderos improvisados sobre la ribera del Sinú.
Las viviendas de Casafinca no tienen baños. Las necesidades las hacen en bolsas plásticas y las lanzan al río, como también sucede aguas arriba en otras poblaciones. En una habitación duermen varias personas de distintas edades y géneros, revueltos en las mismas camas. Allí es normal, como en algunos barrios de Cartagena, que las niñas de 12 años en adelante estén embarazadas o con hijos. Hay energía eléctrica para la luz doméstica, pero muy pocos enseres como neveras, licuadoras y demás.
Los directores de medios les hicieron preguntas a las distintas familias y una vez terminadas las visitas, opinaron acerca de lo que vieron y sintieron. Algunos, especialmente los del interior, no habían conocido tanta pobreza, tan de cerca.
El ejército de gestores de la Anspe es de 10.681, operan en 1.100 municipios del país, y visitan 42 mil hogares diarios. Todos son profesionales o tecnólogos y funcionan dentro de los 4 principios de la Anspe: resultados, sostenibilidad, corresponsabilidad y empoderamiento. El programa no es paternalista, sino que enseña a la gente a utilizar los servicios del Estado y a valerse por sí misma. Tiene componentes de salud, educación, ahorro, vivienda y mucho más.
La apuesta del Gobierno es alta y sus directivos –muy exitosos en sus actividades previas–, están convencidos de que romperán el círculo vicioso de la pobreza extrema. Este programa entusiasma, y al país le conviene que tenga éxito.

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