Editorial


Santos es su propio jefe

Los “santólogos” del país, que se precian de conocer los rasgos dominantes de la personalidad de Juan Manuel Santos, aseguraban con algo de humor y de ironía que si el entonces candidato era elegido a la Presidencia, a los veinte días dejaría de pasarle al teléfono al ex presidente Álvaro Uribe y haría su propia presidencia. Santos siempre ha sido su propio hombre, y aunque le deba buena parte de su proyección y éxito nacional al Ministerio de Defensa que ocupó porque Uribe lo nombró allí, también es cierto que su desempeño fue su propia obra, dada su capacidad de formar buenos equipos, planificar y luego tomar decisiones difíciles. Hay “santólogos” que aprecian al presidente electo, y otros que no lo quieren tanto. Entre estos se suele decir que Santos es un hombre muy capaz, pero que tiene alma de jugador y que es capaz de tomar decisiones muy arriesgadas por un impulso momentáneo, por una corazonada del que espera que la carta que le acaban de entregar sea un as y obra sobre esa expectativa antes de verla. Según esta teoría, Santos estaría dispuesto a repetir una operación militar como la que mató a “Raúl Reyes” en Ecuador, en ese o en otro país limítrofe si el blanco fuese “de alto valor”, como denomina la jerga militar a un jefe guerrillero de primer orden. Seguramente que la muerte de alias Raúl Reyes y las repercusiones que tuvo agotaron la posibilidad de repetir un ataque similar, además de que Santos ya es presidente y no ministro, lo cual cambia su grado de responsabilidad y manera de ver las cosas. Creemos que Santos es audaz, pero no tonto. De todas maneras, Santos dio ya varias señas de que aunque la seguridad democrática -que ahora graduó a “prosperidad democrática”, indicando que entrará en una etapa más avanzada en la que habrá mucho énfasis en el progreso social de la población, que tiene que pasar por un mayor bienestar económico-, seguirá siendo el eje de su gobierno, gobernará él, y no el ex presidente Uribe “en cuerpo ajeno”. Los entendidos ya señalaron varios de los síntomas de su “grito” de independencia: que comenzó su gira pre inaugural por Europa y no por los Estados Unidos; que designó para nombrar en el Ministerio de Agricultura a Juan Camilo Restrepo, respetado en el país pero malquerido y vetado por Uribe; y que designó como Canciller a una bogotana de familia santafereña tradicional, “despaisando” la Cancillería. Lo anterior no quiere decir que se distanciará de Uribe en mucho de lo fundamental, aunque es seguro ya que no se dejará dictar el día a día, ni que el ex presidente le imponga con quién trabajar ni hacer equipo. Uribe no ha dejado de tirarle línea a Santos, “hablándole a José para que entienda Juan”: que si se debe o no crear tal o cual nuevo Ministerio; que si la diplomacia debe ser de una forma o de otra; que si está bien invitar a Chávez y a Correa a su inauguración, o si esa es una hipocresía inconveniente. Todo indica que Santos seguirá con muchas de las políticas fundamentales de este Gobierno, pero no hay dudas de que será su propio jefe.

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