Editorial


Santos y el megaaeropuerto

El presidente Santos no parece haber hecho bien la tarea al comparar a la ligera al Cortizzos con Tocumen…;

El gobierno de Álvaro Uribe le daba al proyecto del megaaeropuerto entre Cartagena y Barranquilla un apoyo casi furioso. Cuando El Universal divulgó en exclusiva que en Barranquilla se fraguaba este proyecto, aquí y allá lo conocían muy pocas personas. Gestarlo en silencio entre el Gobierno y los promotores privados lo satanizó.
El Universal emplazó al ministro de Transporte de entonces, Andrés Uriel Gallego, a venir a Cartagena a echar el cuento, cosa que el funcionario no solo aceptó, sino que llegó a reunión en la Cámara de Comercio acompañado del general Freddy Padilla de León y el director de Aerocivil, entre otras personalidades de la época.
Gallego, luego de exponer las ventajas comerciales para el país y para el Caribe, dijo que “el megaaeropuerto va porque va”, y lo secundó el entonces jefe de las Fuerzas Militares, Padilla de León, aduciendo que el aeropuerto Ernesto Cortizzos tenía valor defensivo estratégico para Colombia y debería convertirse en una base aérea militar, uso incompatible con la aviación civil según reglamentos internacionales. Y el Rafael Núñez, de Cartagena, sería vendido para financiar la nueva obra.
En esa época el jefe directo de Padilla de León era el entonces ministro de Defensa y hoy presidente, Juan Manuel Santos, quien tenía que estar de acuerdo con el militar para que este fuese tan vehemente al expresar en público la necesidad de construir el aeródromo nuevo y entregarle el Cortizzos a las Fuerzas Armadas. Luego de esa reunión, todo lo anterior parecía un hecho cumplido.
Sin embargo, la dirigencia barranquillera –incluido el alcalde Char- estaba dividida en torno al nuevo aeródromo y la cartagenera no le veía ventajas a desmontar el aeropuerto Rafael Núñez para tener otro a 40 minutos de la ciudad.
El presidente Santos no solo se olvidó del megaaeropuerto- quizá porque mejoraron las relaciones con Venezuela-, sino  que ayer dijo en el Primer Foro del Transporte Aéreo (en Colombia) que al Cortizzos “no queremos que se vea simplemente como el Aeropuerto de Barranquilla. Ojala podamos aprovechar y hacerle una reingeniería y convertirlo en el Aeropuerto del Caribe. Su ubicación geográfica nos permite pensar como en un centro de conexión internacional como es hoy el Aeropuerto de Panamá”.
El presidente Santos no parece haber hecho bien la tarea al comparar a la ligera al Cortizzos con Tocumen, cuya transformación sigue los lineamientos de una aerotrópolis, difícil para el de Barranquilla. Su ubicación le impide al Cortizzos ser un aeropuerto regional, para lo cual sería indispensable el tráfico mayor del Rafael Núñez, de Cartagena, que quedaría a mucho más de una hora de viaje, haciéndolo inviable.
Es absurdo pensar que Barranquilla o Cartagena podrían ser una aerotrópolis cada una por separado, o ser un “hub” de aviación la una sin la otra, o que el aeropuerto de cualquiera de las dos, donde están, les podría servir separadamente para esos propósitos.
De todos modos, Cartagena tiene que analizar las implicaciones del anuncio del Presidente en caso de que fuera más que un comentario amable para Barranquilla.

 

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