Editorial


Si todos ponen, todos toman

Buena parte de los habitantes de Cartagena espera con enorme inquietud el momento en que empiece a construirse el tramo de Transcaribe que pasa por el Mercado de Bazurto, pronosticando una especie de catástrofe descomunal que pondrá la ciudad patas arriba y provocará trastornos monumentales. Nadie parece confiar en que la obra es la oportunidad perfecta para erradicar la maraña de negocios formales e informales que conviven, en una caótica agonía diaria, con los miles de usuarios, y provocar una conmoción que convierta el área en un espacio organizado y amable, ofreciendo al mismo tiempo alterativas satisfactorias a quienes sobreviven como ocupantes ilegales. La transformación que Transcaribe permitirá, no sólo en Bazurto sino en toda Cartagena debe ser emprendida con energía, vinculando desde el principio a la comunidad en su ejecución, pero sin permitir que esta participación se convierta en obstáculo insalvable que, como ha ocurrido antes, frene el desarrollo imprescindible de la ciudad. Existe ya un plan integral para solucionar el problema social de los vendedores erradicados, y al mismo tiempo encarar el reto de construir una central de abastos que será realmente un gigantesco centro comercial para los habitantes de menores recursos. Para complementar las dos obras, se han previsto corredores viales de interconexión, que junto con el sistema de transporte integrado mejorarán la movilidad y contribuirán a un entorno urbano de calidad. Es un plan ambicioso, pero que puede materializarse con trabajo aplicado, y sobre todo con la colaboración de toda la comunidad. Los habitantes de Cartagena deben entender ya que la única solución posible al desorden y la inseguridad en las vías es Transcaribe, de manera que no deberían seguir perdiendo el tiempo atacándolo con virulencia, y en su lugar estar pendientes a que las obras se terminen de la manera prevista y que el proceso fijado para la compra de los predios que se afecten no sea contaminado por la corrupción, a pesar del blindaje que le han puesto los directivos del proyecto. Cualquier trastorno que causen las obras en el sector de Bazurto durante varios meses será preferible a la insoportable tortura diaria del actual servicio de transporte urbano de pasajeros, cuya anarquía e incomodidad seguirán creciendo si no se pone rápidamente en marcha Transcaribe. Es hora de que la comunidad se sacuda de la perniciosa costumbre de criticar a rajatabla los grandes proyectos que necesita la ciudad, y en lugar de ello, aporten ideas para ejecutarlos de manera que sirvan más al desarrollo integral de Cartagena y beneficien a toda la comunidad. La participación ciudadana no es la defensa rabiosa de los intereses particulares, sino la contribución colectiva a la manera de una pirinola democrática, en la que todos ponen, para que todos puedan tomar todo.

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