Editorial


Sigue deterioro de las Islas

El Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo hace parte del SINAP (Sistema Nacional de Áreas Protegidas), integrado por 46 áreas bajo protección estatal y manejado por la Unidad Administrativa Especial del Sistema de Parques Nacionales Naturales.
Según su página web, dicha Unidad “es un organismo del sector central de la administración que forma parte de la estructura orgánica del Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, con autonomía administrativa y financiera, encargada del manejo y administración del Sistema de Parques Nacionales Naturales y de la coordinación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas - SINAP.”
Según fuentes locales, el Gobierno recauda en las Islas del Rosario entre 1.500 y 1.800 millones de pesos anuales por diversos conceptos, incluyendo arriendos, pero no pudimos saber cuánto dinero retorna de Bogotá para invertir en las necesidades del archipiélago. Es más que probable que el Rosario, que necesita mucha más plata que esa para protegerlo, esté subsidiando otros parques en desmedro propio. ¡Es inaceptable!
En 2009, la directora de Parques, Julia Miranda, le dijo a El Universal que en un año culminaría un estudio de carga para las Islas del Rosario y que también harían un plan de protección especial “integral” para tratar de recuperar el archipiélago. No tenemos noticia de la implementación de uno ni otro.
La muerte de los corales por el calentamiento global y por las riadas de agua dulce y sedimentos que le mete el Canal del Dique no son responsabilidad de la directora Miranda ni de su gente, ni tampoco que el cada día mayor nivel medio del mar permita que las olas entren sobre los arrecifes y se estrellen contra las Islas, erosionándolas, pero sí es responsabilidad del ente ambiental proteger lo poco que queda con medidas oportunas y suficientes.
Desde 2009 hemos sabido poco o nada de Parques, pero sí vemos el deterioro galopante del archipiélago. Sabemos de las buenas intenciones de la doctora Miranda y su equipo, pero hace mucho pasó la hora de hablar. Falta actuar. No es justo que además de tener las Islas abandonadas por las razones que sean, se lleven los recursos producidos aquí para Bogotá. Algo del daño se hubiera mitigado con ellos.
Ni el mejor funcionario del mundo puede hacer su trabajo sin recursos y es obvio que a Parques le falta dinero. La administración de Parques no debería pasar de agache, sino armar un escándalo nacional para que el Gobierno provea el presupuesto mínimo para salvar lo que aún es salvable. El abandono de las Islas es apenas otro de los reflejos de nuestra falta de peso específico en el concierto nacional. 
Cartagena y Bolívar están huérfanas ante el poder central porque nos saben desunidos. El Gobierno nos considera aún más prescindibles e inocuos que las demás zonas de la Costa Caribe, algunas de las cuales apacigua con cargos de peso nacional porque le teme a su discurso coherente, entre otras cosas, de autonomía regional.
Cartagena y Bolívar –y las Islas del Rosario- no son viables si no desarrollamos cohesión interna. 

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