Editorial


Sigue rapiña por espacio público

Solía ser que en Cartagena los invasores se tomaban el espacio público por las orillas, poco a poco y tratando de no ser notados. Se establecían de manera permanente sólo después de un tiempo de tanteo y de acomodo, y hasta con un poco de vergüenza. En los últimos meses, esa actitud ha cambiado drásticamente y se nota un descaro que parece casi una provocación deliberada a las autoridades y a la sociedad. La permisividad tornada en “confianza legítima” y desembocada en “reconversión económica” incrementó los apetitos por los espacios públicos y la desfachatez para apropiarse de ellos. Al paso que vamos no quedará por donde caminar. La avenida Venezuela es quizá el lugar más emblemático de la nueva actitud de que apropiarse de lo público es un derecho de quienes lo hacen, y no un delito porque atentan contra la propiedad común. Quizá esta “frescura” es el reflejo de algunas de las tomas iniciales de las plazas del Centro por invasores de cuello blanco, muchos de los cuales abusan de los permisos que ya tienen, y compiten entre sí atiborrando las áreas con más sillas de las permitidas y de mujeres atractivas llamando a los clientes, en un despliegue de chabacanería que da pena. También podría ser que han visto cómo algunos edificios de la Zona Norte tienen parte de sus áreas construidas sobre lo que debería ser un retiro reglamentario del eje de la vía, y esperan que en vez de restitución de lo invadido, haya más relleno del lado opuesto de la Ciénaga de la Virgen para ampliar la vía sin molestarlos a ellos. Y como van las cosas, parece que lo van a lograr. Antier los vendedores formales de la Avenida Venezuela contrataron a unos muchachos para que portaran cartelones de protesta -¡al fin!- con la leyenda “Antes Avenida Venezuela, Ahora Mercado de Bazurto # 2”, para significar la degradación terrible de unas áreas peatonales recién construidas por Transcaribe, y que paradójicamente, el Distrito parece haber abandonado a su suerte. O la Policía, porque Adelfo Doria, gerente de Espacio Público, declaró antier –y la Alcaldesa lo ratificó ayer- que el Distrito había suscrito un convenio con esa arma para que mantuviera las áreas peatonales de la Venezuela libres de vendedores ambulantes y estacionarios, pero cada día hay más. A algunos de los portaestandartes de la protesta de antier les terminaron cortando algunas de las vallas con machetes los nuevos aspirantes a las aceras de la avenida. Lo peor es que varios de los invasores de la Venezuela son reincidentes quienes ya recibieron la plata de la reconversión económica y firmaron los compromisos para irse, pero no sólo volvieron, sino que según algunos testigos, ¡ampliaron sus negocios sobre los andenes con puestos nuevos manejados por parientes! No hay excusa para que en Cartagena la Policía no haga lo que la Alcaldesa dice que le toca, o que dé la impresión de que no sabía que tenía que hacerlo, pero que ahora sí lo hará, ni que los acuerdos hechos con el Estado por algunos vendedores sean violados con tanto descaro.

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