Editorial


Somos lo que comemos

El mundo tiene una crisis de salud por sus hábitos de alimentación inadecuados. Los países ricos tienen problemas serios de sobrepeso y de obesidad, y los países pobres también, pero su población también sufre de desnutrición. Según un par de expertos colombianos, “La fórmula es ‘comer bien, sin excesos, y moverse bastante’. Son cerca de 1.700 millones de personas en el mundo que padecen sobrepeso u obesidad…; se acerca al 25% de la población mundial y…; lo más grave…; tiende a incrementarse de manera progresiva…; El 10 a 12% de estas personas sufren de diabetes tipo 2 y cerca del 15% adicional tienen algún grado de alteración en el metabolismo de los azúcares hasta ahora desconocido (ver http://www.encolombia.com/medicina/sociedadescien/diabetes2042-sobrepeso.htm)”. El New York Times de ayer se quejaba de que los estadounidenses comen menos de la mitad de los vegetales que necesitan para su salud. Las encuestas muestran que la gente dice que comería más vegetales, pero su preparación es complicada para el estilo de vida a la carrera, y la vida útil de los vegetales es corta. Sólo el 26% de la población adulta come vegetales en ese país, a pesar de ser el segmento más educado y consciente de su salud; apenas 23% de todas las comidas servidas en toda la población incluye un vegetal; y 34% de la población estadounidense sufre de obesidad. La situación es desesperada: la industria de la “baby carrot”, o zanahoria bebé, por ejemplo, adoptó la estrategia de disfrazar su producto como “comida basura”, del tipo que se vende en máquinas de autoservicio junto a las papitas fritas, para que le sea atractivo a los jóvenes, y acaba de comenzar una campaña publicitaria de 25 millones de dólares para incrementar el consumo de este vegetal en los Estados Unidos. En Colombia se estima que tenemos 12 millones de habitantes con sobrepeso u obesidad, y ambas llevan a la diabetes y a las enfermedades cardiacas. Y también, un porcentaje alto de pobres no sólo desnutridos, sino malnutridos. En la Costa Caribe, por ejemplo, comemos demasiadas harinas y demasiados fritos, y a la vez, la cultura del ejercicio diario no es común, aunque aumenta a medida que se sube en los estratos. Hasta hace poco, estar gordo significaba ser pudiente y físicamente atractivo. La buena noticia para Cartagena es que tiene cada vez más patios productivos en los barrios marginales, en la que se denomina “agricultura orgánica urbana”, y que la hotelería de la ciudad adquiere los excedentes de esta producción sin intermediarios en un “gana gana”: los productores reciben mucho más dinero, y los hoteles pagan menos de lo que pagarían en los canales comerciales normales, y además obtienen un producto más saludable. Es indispensable incrementar esta práctica, aun en las zonas rurales de Bolívar, para que la gente coma más y mejor, y para que venda sus excedentes para el consumo nacional e internacional. Como somos lo que comemos, es mejor comer cada vez mejor. Así, ganan los productores y gana la población de todos los estratos.

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