Editorial


Tasas de crédito y mejoramiento de la economía

La Asociación Bancaria y de Entidades Financieras (Asobancaria) solicitó a la Superintendencia Financiera que aumente el tope de la tasa de usura, lo que significa la posibilidad de cobrar intereses más altos, porque el nivel actual del 24,21% no permite la recuperación de créditos en el país. Es cierto que las tasas de interés deben ser compatibles con las condiciones particulares de riesgo y costos en cada segmento del mercado, pero es contradictorio afirmar que el aumento en el tope máximo de interés bancario permitiría un mayor acceso al mercado formal y al mismo tiempo expandiría la oportunidad crediticia de los sectores usualmente excluidos, que pagan tasas más elevadas. Una mayor tasa de usura aumenta la oferta de crédito sobre todo para los habituales beneficiarios que tienen avales sólidos, es decir, que no van a caer en mora aunque los intereses sean más altos. Y es obvio que los bancos, en pos de obtener el nivel más grande de utilidades posible, preferirán seguir prestándole más a este sector, que a quienes carecen de historia crediticia. No parece justo que los bancos pidan subir la tasa de usura, cuando la tasa de intermediación –es decir, la diferencia entre los intereses que pagan y los que cobran– sigue siendo alta, y el valor de los servicios financieros haya subido considerablemente. Sobre todo, no parece justo aspirar a subir los intereses en un momento tan crítico para las empresas colombianas. La solicitud de subir la tasa de usura es un paso más en la gran aspiración del sector financiera, de que se suavicen bastante los controles a la tasa de interés, pues Asobancaria siempre los ha considerado “poco efectivos e inconvenientes”. En el pasado, esta flexibilización nos llevó a tasas irracionalmente altas, por encima del 35%, propiciando la crisis hipotecaria y el aumento desproporcionado de la cartera morosa, y contribuyendo a que se estancara la producción, porque la mayoría del crédito era de consumo. Con las enormes y crecientes utilidades que han tenido los bancos en los últimos años, un acto de verdadera fe en el país sería que ampliaran la oferta de crédito para inversión con bajos intereses, porque permitirán generar producción, actividad verdaderamente creadora de empleo y bienestar. Casi todos los analistas económicos de importancia en el país están de acuerdo en que la caída en la tasa de usura se va a reflejar en los préstamos de consumo y tarjetas de crédito, mientras los microcréditos probablemente se afectarán, pues los establecimientos financieros siguen considerando que su tasa de usura, aunque mayor que la normal, es todavía muy baja. En resumen, los bancos colombianos siguen empeñados en fortalecer la economía financiera a expensas de la economía productiva, siguiendo por supuesto esa tendencia mundial del último medio siglo. Tal empeño dificultará la recuperación industrial y empresarial del país, aunque no repercute en los macroproyectos, que probablemente mitiguen la desaceleración del crecimiento económico, pero no tendrán efectos contundentes, como se necesita ahora, en el mejoramiento de la situación económica y la calida de vida de los más pobres.

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