Hace algunas semanas se reunieron los negociadores de paz del Gobierno con la junta directiva de Fedegán y su presidente, José Felix Lafaurie. De allí pareció salir la promesa de que no serían expropiadas las tierras legalmente adquiridas. Pero una nueva carta del presidente de Fedegan reabre la controversia.A Lafaurie le preocupa del acuerdo entre Farc y Gobierno, que el Fondo de Tierras de distribución gratuita quiere “desconcentrar y promover una distribución equitativa de la tierra”, lo que está bien, pero a través de “la aplicación de otros procesos contemplados en la legislación como la extinción administrativa de dominio para tierras inexplotadas, que incumplan la función social y ecológica de la propiedad, de la adquisición de tierras o la expropiación con indemnización por motivos de interés social o de utilidad pública…;” Y estos mecanismos tendrían demasiada discrecionalidad.
Poca gente –incluyendo la mayoría de los ganaderos-, duda de que la tierra fértil en Colombia debiera emplearse en usos más productivos que la ganadería, para lo que se necesitará riego, sin el cual todo lo dicho será retórica. La agricultura rentable no puede depender del tiempo y necesita agua y drenajes permanentes. Y a la ganadería le pasa lo mismo, especialmente si pasa a tierras de menor calidad.
Según el Ministerio de Agricultura, Colombia usa 4,9 millones de hectáreas para la agricultura, de 21,5 millones de hectáreas que debería usar. Mientras tanto, hay 38,6 millones de hectáreas en ganadería, cuando la cantidad máxima debería ser 20 millones de hectáreas. Según la misma fuente, en 2009 una hectárea en agricultura generó 12,5 veces más valor que una hectárea en ganadería.
Tarde o temprano la ganadería le cederá mucho de su espacio a la agricultura, pero debería ocurrir mediante parámetros técnicos y no mediante la discrecionalidad a la que le temen los propietarios legítimos de tierra.
El debate se debe basar en toneladas de cosechas, kilos de carne y litros de leche por hectárea, y no en algunas ideologías fracasadas que algunos países sostienen a punta de petróleo propio y regalado mientras arruinan sus economías.
El censo agropecuario es indispensable hacerlo cuanto antes para saber qué se discutirá más allá de lo que se especula sin datos duros en la mano. Hay que desconcentrar la propiedad de la tierra, pero sin dogmatismos que impidan la producción en gran escala de productos de exportación.
Hay inequidades obvias que tienen que acabarse, como que en Montes de María haya campesinos sin tierras mientras algunos latifundios comienzan a la entrada de sus pueblos. Tampoco se pueden permitir las irregularidades denunciadas en Vichada para reunir tierras, pero debe abrirse un camino legal y fácil a la producción a gran escala, sin acabar con la producción campesina. La paz tiene más de una cara.
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