Editorial


Toneladas de basura en Playa Blanca

Saber que anteayer sacaron entre siete y diez toneladas de basuras de Playa Blanca es aterrador. Playa Blanca es la joya de la corona del litoral cartagenero y bolivarense, y cualquiera creería que siempre estaría como una taza de plata. De la Playa Blanca turística viven entre 600 y 700 familias, según Antonio Lozano Pareja, el director ad honorem de Corplaya, una fundación sin ánimo de lucro costeada por los grupos Santo Domingo y Echavarría, que promueve el uso sustentable de esta área costera entre nativos y visitantes, entre otras actividades. Corplaya estima que a Playa Blanca llegan unos cien buses diarios durante los fines de semana y puentes, y que éstos llevarían quinientas personas diarias, mientras que por lancha irían otras 300 personas, para un total de 800 personas por día. Es una cantidad grande considerando que sólo hay unos dos kilómetros de playa. Playa Blanca tiene 5 baños ecológicos dispuestos para toda esta cantidad de gente, supervisados por Cardique además de Corplaya. Para impedir la contaminación, las pozas sépticas son tratadas con bacterias y según Lozano, tienen un buen estándar de aseo. Entrar a ellos cuesta entre trescientos y quinientos pesos, según el uso que se les vaya a dar. Luego, la persona encargada de cada baño lo revisa para asegurarse de que el próximo usuario lo encontrará limpio. De todas maneras, tienen mucho ajetreo, y si los usaran todos los 800 visitantes, pasarían 160 personas por cada baño durante el día. El factor más contaminante, sin embargo, son las basuras que aportan los visitantes que arriban en bus. En vez de sacarla cada cual según la llevan a Playa Blanca –hojas de bijao de los pasteles, bolsas plásticas, botellas vacías, etc.-, buena parte de los desechos van a dar a un área de vegetación nativa entre la playa y la ciénaga, sin que hasta ahora nadie haya podido lograr que los usuarios se responsabilicen por sus basuras, o por lo menos disponer de ellas en las canecas correspondientes, aunque éstas también se las roban. Corplaya paga a dos personas locales para recoger la basura de la propia playa todos los días y luego éstas, ayudadas por voluntarios de entre la comunidad nativa que trabaja en la playa, la llevan a un centro de acopio en la parte alta de la carretera de donde la recoge Urbaser cada 15 días, aunque según Lozano, convendría que la recolección fuera al menos semanal. La limpieza a fondo de Playa Blanca –literalmente hablando- ya se hace dos veces al año, e incluye la labor de buzos de la Armada y civiles aficionados, pero debería hacerse con mucha más frecuencia. Es triste es que en el Litoral Caribe no tengamos la cultura del aseo del espacio público convertido en costumbre, en reflejo, sino que consideremos que por no ser nuestro exclusivamente, podemos ensuciar y envilecerlo a nuestro antojo. Es imposible tener un policía por cada usuario de Playa Blanca, o de cualquier otra parte, pero sí hace falta mucho más control y autoridad en ese lugar, y comenzar a aplicar comparendos y multas severas para los contaminadores. Las jornadas de limpieza como la de anteayer no deberían ser necesarias, porque Playa Blanca necesita estar impecable siempre.

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