Editorial


Un crimen de lesa humanidad

No hay que servir de eco a quienes tratan de confundir a la opinión pública: los únicos responsables de estos asesinatos son las Farc, desde su cúpula que alecciona a sus militantes en la crueldad, hasta quienes dispararon a cuatro hombres cautivos durante más de diez años.La mayoría de los colombianos tiene las cosas claras, como lo demuestra el plebiscito espontáneo de condena y el apoyo a una marcha para rechazar la violencia y exigirles a las Farc liberar sin condiciones a todos sus secuestrados.
La Oficina en Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos llamó las cosas por su nombre al considerar que la ejecución cobarde de los cuatro secuestrados es un “crimen de guerra”.
“Estos hechos irracionales no son una práctica aislada o esporádica, son crímenes de guerra que podrían constituir crímenes de lesa humanidad”, dice el organismo en un comunicado difundido en Bogotá.
También considera la Oficina de la Alta Comisionada de la ONU que estos asesinatos atroces “reflejan una terrible falta de humanidad y un desprecio total por la vida y merecen el repudio más fuerte”.
Y Johann Steven, hijo del sargento Libio José Martínez, uno de los asesinados, reclamó a las Farc, porque ayer 26 de noviembre “me rompieron las alas, me rompieron los sueños, el anhelo de conocer a mi padre personalmente, de darnos ese abrazo tan anhelado que por 13 años, once meses y cinco días yo lo había esperado con mucha devoción”.
Como todos los colombianos, también Johann Steven les pidió a las Farc liberar de inmediato y sin condiciones a todos sus secuestrados.
Tras un hecho tan bestial, es muy difícil pensar en la eficacia de la intermediación para liberar a los secuestrados, como la que adelanta Piedad Córdoba y Colombianos y Colombianas por la Paz, quien el sábado mismo publicó una carta de las Farc, donde ese grupo anuncia la intención de hacer “un gesto humanitario” que diera pie a un diálogo de paz: la liberación de seis secuestrados.
Es inadmisible que la organización presidida por Piedad Córdoba replique el mensaje cínico de las Farc donde llaman “prisioneros de guerra” a los secuestrados en las condiciones más abominables del cautiverio, desconociendo los mínimos principios del Derecho Internacional Humanitario.
El asesinato de los cuatro uniformados demuestra que las Farc no quieren la paz, y al Gobierno no le queda otro camino que cumplir el mandato constitucional de proteger a los ciudadanos, combatiendo con firmeza y mayor dedicación a quienes quieren mantenerse al margen de la ley.
Lo mejor que podrían hacer las Farc es liberar ya a todos los secuestrados, sin esperar a que millones de colombianos se los exijan en la marcha del 6 de diciembre.

Fe de errata: ayer dijimos aquí equivocadamente que los empleados de la Ruta del Sol eran funcionarios del Inco.



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