Editorial


Un mejor futuro para las niñas y adolescentes

El jueves pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), presentó un Acuerdo Mundial para la Educación de las Niñas y las Mujeres, durante el foro de alto nivel realizado en la sede del organismo.
El acuerdo ha sido llamado “Vida Mejor, Futuro Mejor” y se propone buscar soluciones innovadoras y en conjunto para superar los obstáculos y enfrentar los desafíos más importantes que impiden la educación de las niñas, adolescentes y mujeres.
El programa se enfoca en la tarea de ampliar los programas de alfabetización destinados a las mujeres, a través de asociaciones sólidas con empresas privadas, como Nokia, Procter and Gamble, Microsoft, Apple y la Fundación Packard, en proyectos concretos enfocados en las niñas y adolescentes, algunos de los cuales ya están en marcha en África y Asia. 
Simultáneamente, Unesco ha integrado un equipo de alto nivel que trabajará para lograr el fortalecimiento del papel de las mujeres en la sociedad y de la igualdad de género, que se dedicará a fomentar la promoción internacional del tema y actuar como “conciencia mundial” en materia de igualdad de género, con especial atención a la educación.  
Un informe conjunto de los principales organismos de la ONU, como OIT, OMS, UNESCO y UNICEF, entre otros, revela que de las 600 millones de niñas adolescentes que viven en los países en desarrollo, “muchas siguen siendo invisibles en las políticas y los programas nacionales” y agrega que millones de ellas “viven en la pobreza, son víctimas de la discriminación de género y la desigualdad, y están sometidas a numerosas formas de violencia, abuso y explotación, como el trabajo infantil, el matrimonio infantil y otras práctica nocivas”.
El potencial de ellas para contribuir al desarrollo de sus comunidades es enorme, así que resulta imperativo aumentar las inversiones en su educación, de manera que puedan sumarse a los esfuerzos para quebrar el ciclo de la pobreza y hacer realidad la justicia social.
Decenas de miles de esas niñas y adolescentes viven en Colombia, y millares de ellas en Cartagena, una ciudad que está en peligro de convertirse en un centro de turismo sexual centrado en las menores de edad.
Es preciso que dentro de los programas y políticas educativas que se tracen para los próximos años en la ciudad y en el país, ocupen un lugar importante las iniciativas dirigidas a la formación de las niñas y adolescentes, aprovechando las herramientas que acuerdos como el que se presentó la semana pasada ponen a disposición de los gobiernos.
Los próximos alcaldes, y en especial el próximo alcalde de Cartagena, una ciudad donde las adolescentes de estratos bajos viven bajo la amenaza de ser degradadas y explotadas sexualmente, deben enfocarse en garantizar prioridades estratégicas como la educación y salud para las niñas y adolescentes, su protección contra la violencia y el abuso, y su inclusión en las actividades de la comunidad a todos los niveles.
Tales estrategias deben estar consignadas claramente en los programas de gobierno que presenten los candidatos a la ciudadanía, y no hacerlo debería ser una razón para no votar por ellos.

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