Editorial


Un paso más hacia las Fiestas ideales

Baja el telón de una edición más de las Fiestas de Independencia de Cartagena de Indias, cuyo último acto fue el Cabildo de Getsemaní, tan colorido y alegórico como siempre, y es preciso decir que este año se avanzó un poco más hacia el objetivo de consolidar el proceso que desemboque en la realización de unos festejos hechos por la comunidad para el disfrute de la comunidad. Todavía hay brotes de vandalismo, especialmente visibles en el Carnaval de San Diego, pero ya no son la constante sino manchas que es preciso ir limpiando a medida que la gente se involucre más y, sobre todo, a medida que la empresa privada abra generosamente sus bolsillos para financiar comparsas y disfraces que tengan la minuciosa espectacularidad de otras fiestas importantes del país. El proceso de recuperación de las festividades novembrinas ha logrando avanzar mucho y los brotes de violencia y agresión ya no son una respuesta de la gente a la pobreza del espectáculo, como hace 8 ó 10 años, sino una actitud de jóvenes desadaptados, sin control de sus padres, que sueltan esa rabia que han guardado dentro ensañándose con los que disfrutan alegre y sanamente. Este año, el más importante elemento de las Fiestas de Independencia fueron los preludios con amplia participación popular, las celebraciones comunitarias, los jolgorios de profunda esencia folclórica, los desfiles de colegios con disfraces alusivos a los héroes de la historia cartagenera, los bandos, carnavales y cabildos de barrios y un Reinado de Independencia que aprovecha la competencia de belleza y sensualidad para promover soluciones a problemas sociales de la ciudad. No puede desconocerse que las fiestas novembrinas han experimentado un vuelco total, que la participación comunitaria se ha convertido en un elemento importante, lo que no sólo consolida la auténtica tradición, sino que logra además un sentido de pertenencia que convierte a los propios cartageneros en custodios y protectores de su permanencia y mejoramiento futuro. Es preciso seguir con energía y con esfuerzos redoblados en esta senda de construcción colectiva de una manifestación cultural, que se nutre de las tradiciones festivas auténticas y le aporta elementos de inclusión social, convivencia y conocimiento de nuestra historia, especialmente de la Independencia, que es el alma y esencia del festejo. Mañana volveremos a la rutina después de una larga semana de celebración, y tras el descanso que merecen sus protagonistas, deben comenzar desde ya a pensar en las próximas Fiestas de Independencia, no sólo sus organizadores sino la comunidad entera, porque estas son sus Fiestas.

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