Editorial


Una alianza a vuelo de pájaro

La alianza de 14 hoteles para vender la Costa Caribe es un síntoma bueno y que debería darse en la región con mucha más frecuencia. Refleja un incremento en la madurez del sector turístico y hotelero, que reconoció que hace parte de una red en la que se complementan unos a otros, en vez de competir a muerte. Cada zona tiene su especialidad, o nicho, que debería desarrollar. Santa Marta, con varios hoteles en esta nueva alianza, tiene como gran atractivo a la Sierra Nevada para naturalistas, indigenistas y arqueólogos, y luego al Parque Tairona. Su casco antiguo y la Quinta de San Pedro Alejandrino son un complemento para el turismo de naturaleza, pero no el plato fuerte de la ciudad. Barranquilla (Puerto Colombia) no tiene playas comparables a las de Santa Marta, pero tiene mucho potencial como un centro de turismo de salud y de comercio, mientras que las ciénagas y cuerpos de agua aledaños son un atractivo complementario para avistar aves, que combinaría bien con los visitantes de la Sierra Nevada, quienes alternarían su actividad de naturaleza con el nuevo Museo del Caribe, una oferta cultural fuerte que le da más peso a este destino, y también podrían variar el tercio haciendo compras. Cartagena tiene playas feas, especialmente ahora que los bañistas las convirtieron en un basurero, pero tiene su Centro Histórico, los fuertes de extramuros, una gastronomía abundante, vida nocturna y las Islas del Rosario. Como Santa Marta y Barranquilla, también tiene una oferta para avistadores de aves en la Ciénaga de la Virgen, Canal del Dique Jardín Botánico, y para quienes quieran ir un poco más lejos, está el Parque Natural Los Colorados, en San Juan Nepomuceno. El turismo tiene que reinventarse a sí mismo permanentemente porque los destinos se zocatean después de un tiempo. Si las tres ciudades, además de las otras del Caribe colombiano se complementaran con mayor entusiasmo y audacia, se fortalecerían unas a otras. No tiene sentido tratar de competir en lo que se es débil, sino de explotar mejor las fortalezas obvias de cada lugar. Uno de los hilos conductores entre las tres ciudades y varias otras de la Costa Caribe, como hemos insistido varias veces desde este espacio, es el avistamiento de aves, una industria que genera billones de dólares sólo en los Estados Unidos, donde la gente compra desde alimentadores de aves para sus patios, hasta excursiones sofisticadas a lugares remotos del mundo para ver pájaros. Colombia –gracias al naturalista británico Paul Salaman- tiene el récord mundial de avistamiento de aves, un diamante en bruto del que afortunadamente el Gobierno, a través de Proexport, ya se percató. Toda la Costa Caribe tiene mucho potencial para esta actividad, y en Bolívar ya se pueden visitar los Montes de María, otro tesoro que antes estaba cerrado al turismo de avistadores de aves. Se impone un nuevo esfuerzo para explotar este filón, especialmente porque este recurso natural –las aves- se “venden” muchas veces sin tener que tocarlas ni dañarlas. Celebramos esta alianza hotelera, y esperamos que desarrollen la visión colectiva para ir mucho más allá de lo obvio.

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