Editorial


Una semana con la gloria de Bach

Que Cartagena se convierta por estos días en el escenario para que la gloria de Johann Sebastian Bach brille a perpetuidad en el cielo azul del Caribe es un privilegio único.Y lo tendremos gracias al Cartagena Festival Internacional de Música, cuya quinta edición está dedicada a uno de los compositores más excepcionales de todos los tiempos.
El organista Richard Ingrams sostiene que la música de Bach “es la voz de Dios en forma humana”, lo que a fin de cuentas significa que al escuchar las composiciones del alemán, experimentamos en nuestro espíritu la certeza de que Dios existe.
Esta clasificación de Bach como un compositor “sacro” ha dificultado a veces que muchas personas se acerquen a su deleite, pensando que no tienen la inteligencia suficiente para ello.
Es lo mismo que se piensa de la música clásica en general, especialmente de los compositores barrocos, románticos y clasicistas, pero en el concierto de ayer en la iglesia de María Auxiliadora, se pudo observar el interés y el entusiasmo de un público no especializado por las obras de Haydn, Chopin y Schumann, interpretadas por los más avezados intérpretes de instrumentos de cuerda en el mundo.
Igual cosa ha ocurrido en años anteriores, con los conciertos populares organizados por el Cartagena Festival Internacional de Música, como una retribución a los cartageneros que prestaron su ciudad para reunir a los intérpretes más importantes de la música clásica.
Por eso, la oportunidad de descubrir en los seis Conciertos de Brandenburgo, que serán ejecutados en una sola noche, la gloria eterna inefable y el aliento humano que descubre en sí mismo la esencia de la divinidad, no se repetirá en muchos años.
Además de los seis conciertos que muchos consideran la obra más impresionante de la música universal, en Cartagena podrá escucharse la Misa en Si menor, una obra monumental, cuyo goce glorioso no requiere conocimientos musicales profundos y cultos.
Bach fue uno de los compositores europeos más grandes y prolíficos, lo que equivale a decir del mundo entero, y aunque sus logros mayores parecieran desaparecer en las alturas de la música sacra, también tuvo tiempo de divertirse con obras profanas, como la “Cantata del café”, cuyo libreto escrito por Christian Friedrich Henrici es una sátira de los “padecimientos” de la burguesía parisina cuando el Rey prohibió el consumo de café.
Ojalá los cartageneros sepan aprovechar el embrujo de estos 9 días de música, que llenarán el cielo de enero con los acordes inmortales del órgano y el torrente impetuoso de las orquestas que nos llevarán de la mano de Johann Sebastian Bach a andar caminos espirituales por los que la eternidad hace su recorrido incesante para gloria de los hombres.
Gracias a la Fundación Salvi por llenar a Cartagena de la gloria de Bach y a sus músicos por venir.

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