Editorial


Vías y accidentes

El sábado en la madrugada un conductor que andaba muy rápido y embriagado atropelló y mató a tres transeúntes en el Corredor de Carga, frente a la báscula donde son pesados los camiones. La escena era macabra, pues los tres cadáveres estaban tirados sobre la vía a varios metros el uno del otro en medio de charcos de sangre.
Unos doscientos o trescientos metros más adelante estaba el campero que los mató con buena parte de su capó y guardabarros abollados. Era difícil creer que tres cuerpos humanos hubiesen podido deformar tanto la carrocería de un vehículo tan duro.
Es cierto que no hay ninguna razón válida para que cualquier persona conduzca habiendo tomado alcohol, especialmente porque las normas colombianas ya no permiten ninguna cantidad en la sangre de los conductores y solo comprobar un poco da para sanciones muy graves, aunque no haya ocurrido ningún accidente ni el conductor haya cometido ninguna otra infracción.
Y cualquiera pensaría que después de lo ocurrido al parlamentario Merlano y a otras personas por manejar embriagadas, hechos divulgados en todo el país, los ciudadanos se cuidarían mucho más.
En el caso reciente nada se ha dicho de todas las faltas que cometen los peatones, bastante comunes en el sector del accidente, especialmente durante los fines de semana, cuando los bares aledaños a la vía funcionan a todo volumen y a todo licor.
Al sitio le falta iluminación, le faltan las rayas pintadas en el asfalto y a todo el Corredor de Carga le hace falta vigilancia de la Policía de Tránsito. Aunque el conductor del campero es responsable de la muerte de los peatones, no hay que minimizar el peligro en que se suelen poner quienes atraviesan la vía allí en cualquier momento y sin prevención, un hecho frecuente que no ha cobrado más víctimas de milagro.
El deterioro general del Corredor de Carga es notable, particularmente como consecuencia del fango de los parqueaderos con que los camiones cubren la vía y se transforma en polvo y escalerilla, además de varios tramos largos e importantes destruidos desde hace semanas entre Contecar y El Campestre, sobre la calzada que va hacia el centro de Cartagena. Es inaudito que estos trabajos lleven tantas semanas y que sigan cobrando el peaje por usar esa vía con un tramo en tan mal estado como ese. Es un milagro que allí no hay más accidentes.
También es difícil de creer que el Distrito pretenda que el DATT maneje el tránsito de la ciudad con solo 60 agentes que deben prestar tres turnos en las 24 horas, con lo que se presume que hay momentos en que solo 20 están disponibles. A estos se les suman los agentes de tránsito de la Policía Nacional, pero es evidente por el despelote que ni juntos alcanzan.
La próxima persona que ocupe el Palacio de la Aduana tendrá que proveer más medios para disciplinar el tránsito de la ciudad, incluyendo el del Corredor de Carga.

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