Editorial


“Bolillo” Gómez tenía que irse

El episodio escandaloso protagonizado por el hasta ayer técnico de la selección Colombia de fútbol, Hernán Darío “Bolillo” Gómez, logró unificar a las mujeres del país, que se indignaron en masa y pidieron al unísono una consecuencia aleccionadora para un comportamiento tan injustificable.
Lo que se conoce es que el técnico estaba departiendo en compañía de una mujer en un bar de Bogotá, y luego de una discusión, le dió dos golpes, una agresión que, mal que bien, el propio Gómez reconoció el lunes y por la cual ofreció disculpas.
Tal vez porque el fútbol y la selección son uno de los temas que generan mayor polémica y porque los grupos activistas que defienden los derechos femeninos utilizan profusamente las redes sociales de Internet, el caso del “Bolillo” se convirtió en sólo dos días en el asunto que más comentaron los internautas colombianos, casi todos con pasión y sugerencias drásticas para sancionar el comportamiento del técnico.
Finalmente, debido seguramente a semejante presión pública –aunque muchos insinúan que el reproche de Bavaria, gran patrocinador del fútbol colombiano, hizo que la Federación de Fútbol dejará de darle a Gómez su apoyo irrestricto como hizo al principio–, el técnico presentó su renuncia a dirigir el combinado de Colombia, lo cual generó a su vez otra polémica sobre el futuro de la selección, a dos meses de su primer partido por la eliminatoria mundialista.
El retiro de “Bolillo” Gómez era inevitable y su renuncia mitigó, aunque precariamente, la indignación de la mayoría de los colombianos, especialmente de las mujeres.
Los argumentos relativos a que un error lo podemos cometer todos, y que todos tenemos debilidades que deben perdonarse, eran insuficientes para pedir su continuidad al mando de la selección, por varias razones:
Primero, porque el técnico de la selección nacional de fútbol es una figura pública, un personaje emblemático, por el que todos los colombianos se interesan, especialmente niños y adolescentes, y no puede dar un mal ejemplo. Su error no fue una debilidad leve, sino la agresión contra una mujer en una actitud de pendenciero de cantina.
Segundo, porque no es la primera vez que Gómez se ve envuelto en hechos de violencia o ha actuado grosera y agresivamente. En una rueda de prensa en Bogotá, un micrófono accidentalmente abierto reveló su rabia contra la prensa deportiva, al afirmar, creyendo que nadie lo oía, que algunos periodistas se merecían un tiro. O cuando en Barranquilla, se bajó del bus donde iba la selección a un partido de la eliminatoria del Mundial de Francia-98 y se agarró a puños con un aficionado.
Tercero, porque su permanencia contra viento y marea hubiera complicado el patrocinio de empresas como Telefónica, que tiene una campaña donde congrega a las mujeres alrededor de la selección.
Para alivio de los colombianos, especialmente de las mujeres, y para el suyo propio, Hernán Darío Gómez renunció, con lo cual se da el mensaje de que Fedefútbol no tolera estos comportamientos y que nadie es imprescindible como director técnico de la selección nacional.
 

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