El más bello himno a Cartagena surgió una madrugada de bohemia, de la mano de Adolfo Mejía y su amigo, el locutor musical Leonidas Otálora Gómez.Cartagena suena en unas doscientas canciones en distintos géneros: porros, cumbias, danzones, sones, boleros, baladas, suites, valses, blues, rock y champetas.
El amanecer fue la partera providencial de una de las mejores canciones compuestas a Cartagena de Indias. La luz ambigua del amanecer desdibujó las siluetas de los dos hombres: uno delgado y alargado con su guitarra, y otro, más grueso, ensimismado, evocando a España a través de Cartagena de Indias. El amanecer se deslizó con su voz de luna y su alma de agua, y tocó a los dos hombres que hablaban de música. El uno, tamborileaba en el aire sobre el pentagrama del silencio. El otro, recorría el alfabeto de las palabras aún no pronunciadas.
Mientras Adolfo Mejía evocaba los portales envejecidos de la ciudad, con sus pregones de otros tiempos, y la sombra del mar bostezaba sus delirios, escuchaba a su vez, en los intersticios de la madrugada, la resonancia de la guitarra de su amigo Andrés Segovia, el piano de Manuel de Falla y las melodías lejanas de Joaquín Turina, Isaac Albéniz, Enrique Granados, entre otros.
La madrugada era la música de los dos orillas. El Mediterráneo estaba allí como un sonido de tres olas reunidas de la Europa meridional, el Asia Occidental y el África septentrional. Pero también era la melodía del Caribe que arrojaba sus monedas de oro a las orillas del tiempo.
Leonidas Otálora Gómez viajaba en el Siglo de Oro español y escuchaba un jardín sumergido en una fuente, tal vez las cuerdas fugitivas de una melodía de la Alhambra. Los dos estaban en lo suyo, en caminos paralelos mientras surgía una de las mejores composiciones de Colombia.
A Adolfo Mejía, que era poeta y pintor y traductor árabe, se le ocurrían todas las metáforas posibles para describir en una canción a Cartagena de Indias, tras conversar aquella madrugada con su amigo, el locutor manizalita Leonidas Otálora Gómez, a su salida de la Emisora Radio de la Sabana.
Mientras Otálora lo abrumaba con referencias españolas de su tierra y su pasión por los boleros, Mejía creaba los primeros destellos sonoros de una canción que se convertiría en uno de los himnos de la ciudad: “Cartagena”.
La primera metáfora mítica y triunfal atribuida a Otálora, nos reveló que antes de ser ciudad, Cartagena fue el canto de una sirena, cuya música embrujó la tierra y el cielo, y dejó en vilo a sus habitantes. La imaginación compartida de Otálora y Mejía viajaron en aquel amanecer al mar griego, y volvieron a palpitar como Ulises, con el corazón sediento de regreso.
¿Qué clase de sirena era ésta, capaz de crear una ciudad? No era cualquier sirena. Era una sirena mora, sugirió Mejía y Otálora en su encuentro creativo. La imagen poderosa de una sirena cuya música engendró a Cartagena, es de una contundencia poética:
“Cartagena, brazo de agarena / canto de sirena, canto de sirena / que se hizo ciudad.
“Y sonoro, cofrecito de oro / reliquia y tesoro / reliquia y tesoro de la humanidad.
“Minarete, fulgor de mosquete/ caprichoso arete, tallado en cristal/serenata que olvidó un pirata/Alfanje de plata, sueño de coral.
“Eres jarra, de sangre de parra / fulgente guitarra de notas sin par / Cartagena, oración de arena /Virgen Macarena que llora en el mar”.
Algo más recóndito que las emociones guardadas en el tiempo despiertan cuando alguien escucha esta canción. Y si suena de noche “Cartagena”, vuelve a nacer la ciudad por el solo sortilegio de una música de una sirena que vino viajando desde los mares griegos hasta las arenas donde se presiente lo árabe, y donde fulguran los soles del Caribe. Nos devuelve al amanecer en que se gestó el prodigio de sus sonidos y de su alta poesía conjugada.
El investigador musical cree que toda la canción fue un ingenio creador de Mejía, y desconfía del crédito de Otálora por el sencillo episodio de que jamás supimos de otras composiciones suyas. Cree además que fue un acto generoso de la amistad y la complicidad del artista que quiso además perpetuar al amigo en un amanecer de conversaciones musicales.
El gesto de Mejía se justifica, aunque su amigo no fuera compositor sino un melómano consumado, que en un instante de bohemia compartiera el nacimiento de una de sus canciones. Ese gesto revela además que la música es también una emoción compartida. Y “Cartagena” es un milagro que se multiplica cada vez que se escucha. Hace poco vi a un grupo de viejos felices en pleno Centro de Cartagena cantando esta bellísima canción a capela. Como si acabara de inventarse.
No solo Adolfo Mejía
Pero no solo Adolfo Mejía le compuso a Cartagena de Indias. También, Daniel Lemaitre, Jaime Echeverría, los Gaiteros de San Jacinto, Lucho Bermúdez, Pacho Galán, Joe Arroyo, José Pianeta Pitalúa, Rufo Garrido, Clímaco Sarmiento, Michi Sarmiento, Antonio María Peñaloza, Bob Toledo, Hugo Alandete, Lucho Pérez, Billo Frómeta, Adolfo Pacheco, Calixto Ochoa, Diomedes Díaz, para citar algunos de ellos.
Un son como “El getsemanicense”, uno de los himnos de la ciudad, compuesto por Lucho Pérez, nos lleva a vivir la vida de los niños de su época peleándose por un balín, en los callejones de su barriada en la calle San Juan. Lo mismo su canción “Las cosas de Goya”, en donde una muchacha de un restaurante que suspiraba al atender a los peloteros triunfantes en aquellos años cuarenta, termina al final, enredada con Arturo El Loco. La canción es un pretexto para nombrar a Carlos Petaca Rodríguez, Chita Miranda, al Fantasma Cavadía, y otros peloteros.
Cartagena es la ciudad a la que más le han cantado, precisa el investigador José Portaccio. “La lista de sus canciones es larga: Lucho Bermúdez le dedicó ‘Marbella’, ‘Cartagena señorial’ y ‘Cartagenerita’; los boleros ‘Cartagena’, de Adolfo Mejía y Leonidas Gómez Otálora, ‘Cartagena contigo’, de Alfonso De La Espriella Ossío y ‘Noches de Cartagena’, de Jaime Rudesindo Echeverría. Marco Rayo, ‘Cartagena de Indias’. Además ‘Cartagena alegre’, de Simón Mendoza, ‘Yo soy Cartagena’, de Carlos Vidal. Finalmente ‘Cartagenera’ y ‘Fiesta novembrina’, por no mencionar sino unos cuantos”.
Una ciudad evocadora
Cartagena ha sido paisaje emocional de canciones, novelas, pinturas, esculturas, fotografías, obras teatrales, entre otras.
Leo Matiz decía que la fotografió desde los años cincuenta y siempre encontraba una novedad en su propia belleza. Es la ciudad que jamás se agota en el lente, en la música y en la poesía. Desde niño escuché la frase cotidiana: “Quien no tiene de poeta, músico y pintor en Cartagena, tiene algo de loco”. Nereo López, otro fotógrafo, no se cansó jamás se retratar a su ciudad natal en los ángulos impredecibles, hasta concluir como Heráclito que nadie hace la misma fotografía del mismo lugar aunque lo intente mil veces.
Los ojos aguarinas de una muchacha cartagenera de principios de siglo XX, sirvieron de motivo para el primer bolero de Daniel Lemaitre en 1919: “Niña de los ojos verdes”, y de otras canciones suyas nutridas del ingenio popular: “Pepe”, “Sebastián, rómpete el cuero”, con el arreglo de Lucho Bermúdez. La historia atormentada de la esclavitud inspiró una de las mejores canciones de Joe Arroyo, “La rebelión”.
El más grande tugurio del siglo XX: Chambacú se convirtió en canción gracias a dos genios musicales, Lucho Bermúdez y Antonio María Peñaloza. Los pregones de la Cartagena de principios de siglo XX sirvieron a músicos, cronistas e investigadores, gracias al ingenio del juglar José Sobrino Caro.
La música no cesa
Los jóvenes músicos en todos los formatos no cesan de crear alrededor de Cartagena. El joven compositor Luis Jerez ha creado obras sinfónicas escuchando el eco de los espíritus cifrados en las murallas y en el alma de las aguas. Los jazzistas también hacen lo suyo: El creador de Macumbia, el músico Francisco Zumaqué creó su himno “Sí, sí Caribe”, escuchando sus ancestros en Cartagena.
La cantadora de bullerengue Petrona Martínez ha compuesto canciones que nombran a Cartagena y sus Fiestas de la Independencia. El joven compositor Manuel Medrano trabaja sus canciones amorosas con la evocación poética de su ciudad natal. Los compositores de champetas como Viviano Torres “Anne Swing”, Justo Valdés, Kevin Flórez, Louis Tower, Elio Boom, Nando Black, Papo Man, Eddy Jay, Diofa, entre otros, aluden a La Heroica en sus canciones.
Epílogo
La luz brillante del amanecer devolvió su música encandilante en el rostro de Adolfo Mejía y Leonidas Otálora. Los dos se abrazaron como dos borrachos felices y tararearon rumbo a su casa la canción recién nacida: “Cartagena”. Las musas del amanecer habían parido el más bello himno a la ciudad. En el aire flotaban las sirenas.
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