Por estos días en que el barrio El Nazareno está cumpliendo 22 años de fundado, a sus líderes les cuesta un poco de trabajo hacer un balance positivo sobre el desarrollo de la comunidad.
Lo primero que lamentan es el deterioro del material urbano del futuro, pues ya el barrio es considerado una de las “zonas rojas” de las colinas del suroccidente de Cartagena, debido a la existencia de pandillas juveniles, consumo y venta de drogas.
Al respecto, Claudia Pacheco, una de las activistas cívicas de la zona, afirma que la situación de inseguridad se refleja en medio de los aguaceros, cuando los jóvenes del barrio se enfrentan con los de Manuela Vergara de Curi, El Silencio, Nelson Mandela y Nueva Venecia, “cosa que puede ocurrir en el día o en la noche, pero el resultado es que muchas casas terminan con las ventanas, techos y puertas rotos con las piedras que se arrojan”.
Precisamente, Carmen Pacheco es docente de la Institución Educativa Nelson Mandela, que está exactamente en la frontera entre El Nazareno y el barrio Mandela, y en donde, según la lideresa, la deserción escolar es más dramática cada año.
“De aquí se van los jóvenes adolescentes, que ya han probado el alcohol y las drogas, pero también las niñas embarazadas”, manifestó la profesora.
Armando Ripoll, uno de los fundadores del barrio, comenta que, para ganar un poco de tranquilidad, “algunos vecinos nos hemos unido y puesto de nuestros bolsillos el presupuesto para cerrar nuestras calles con rejas de hierro, y con eso evitamos que esas riñas nos afecten”.
La mayoría de los vecinos coinciden en decir que el apoyo de la Policía Metropolitana de Cartagena es casi nulo, dado que cuando se dan los enfrentamientos los residentes llaman al cuadrante, pero los agentes aparecen una o dos horas después, cuando ya se dispersó la trifulca, que casi siempre deja heridos y hasta muertos.
Asimismo, los líderes resaltan que dos de las calles que los pandilleros escogen para enfrentarse están sin pavimentación, con todo y que son vías aledañas a la IE Nelson Mandela, lo mismo que cuatro parques dejaron de recibir mantenimiento y quedaron como escenario de los consumidores de alucinógenos.
Sin embargo, la dirigencia comunal no muestra deseos de rendirse y dice estar a dispuesta a seguir exigiendo la presencia del Gobierno Distrital con tal de salvar a sus jóvenes encaminándolos por los senderos de la cultura, el deporte y el servicio a su propia comunidad.
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