Hace 66 años llegó a la bahía de Cartagena, por los lados de lo que ahora es el barrio El Bosque, un ciudadano español llamado Manuel Zapatero, quien se hizo muy popular entre los manglares y faenas de pesca que protagonizaban cartageneros provenientes de los asentamientos vecinos.
Uno de ellos era Félix Barrios Rodríguez, quien aún recuerda que los pescadores, para señalar el sitio al cual querían dirigirse a pescar decían: “Vamos para donde Zapatero”, aunque el caserío empezó llamándose La Coquera.
Nadie recuerda claramente en qué momento emigró el ciudadano español, pero el sonido de su apellido se quedó para siempre nombrando el barrio que nacería después.
El Zapatero sigue siendo un barrio de pescadores perteneciente a la Localidad 1, clasificado como estrato 1. Tiene 230 predios y dos mil habitantes. Cuenta con vecinos como los barrios El Bosque, Alto Bosque y la carretera que ahora llaman “corredor de carga”.
Durante mucho tiempo El Zapatero cargó con el mito de ser un sitio supuestamente peligroso, con alto consumo de estupefacientes, pandillas, riñas, atracos a mano armada y microtráfico, pero es solo llegar al barrio para ver la realidad de cerca.
“Todavía es la hora --dice Deivis Anaya, un residente-- que los taxistas no se atreven a entrar, porque creen que los van a atracar. Entonces tiene uno que bajarse en la entrada y caminar hasta su casa”.
Arsenia Galán, la presidenta de la Junta de Acción Comunal (JAC), considera que por sus condiciones de asentamiento afro, que guarda costumbres ancestrales que tienen que ver con la pesca y demás actividades en la bahía de Cartagena, El Zapatero podría ser otra de las zonas turísticas de Cartagena.
Y no le falta razón: gracias a los manglares y a los cuerpos de agua, el barrio goza de un clima agradable y del paisaje de sus calles tapizadas con las conchas de la ostra, que en cada vivienda preparan y comercian para los grandes restaurantes y negocios de frutos marinos que funcionan en Cartagena.
Allí nació, hace muchos años, la Asociación de Pescadores de El Zapatero (Asopez), cuyos integrantes son gentes apacibles y cordiales, quienes se mantienen en sus terrazas de puertas abiertas, lo que desvirtúa un poco el mito delincuencial que comparte el resto de la ciudad.
“Sí hubo algunos problemas de orden público, cuando el barrio era la zona donde se concentraba una parte de los prostíbulos de la ciudad, pero ya esos negocios fueron cerrados”, sostienen los líderes comunales, a la vez que señalan como su principal problema la falta de legalización de los predios.
“Esa es una lucha de muchos años entre nosotros y el Distrito, que no quiere reconocernos ese derecho. --explican--Pero sabemos que toda esa desatención obedece a intereses creados, empezando porque el barrio es una zona de bajamar, visualizada como para construir marinas y grandes muelles de contenedores. A lo mejor nos desatienden como para que nos fastidiemos y empecemos a vender por cualquier cosa, pero ya nuestra gente está aleccionada para no dejarse despojar tan fácilmente”.
Sin embargo, los residentes no desconocen que, al igual que en muchas zonas de la ciudad, El Zapatero también está sufriendo el flagelo del microtráfico, “pero resulta que los mayores clientes vienen de afuera. Los jóvenes de aquí se están aleccionando para la buena convivencia y el buen uso del tiempo libre”.
Al mismo tiempo estiman que toda esa lucha por mantener a niños y jóvenes alejados de las tentaciones podría fortalecerse solo con que el Distrito reconstruya la única cancha de microfútbol con que cuenta el barrio y que se encuentra en pésimas condiciones.
Los residentes se ufanan de que a su barrio le funcionan bien los servicios públicos, el alcantarillado, la recolección de las basuras y la evacuación de las aguas pluviales, pero lamentan que en 66 años de existencia solo tengan una sola calle pavimentada: la diagonal 19A.
“Y esa pavimentación costó tres años de lucha incansable --cuenta Arsenia Galán--. Ahora toca luchar varios años más para pavimentar el resto de calles y callejones, pero lo bueno es que existe la posibilidad de que en eso nos colabore la empresa privada, que también podría ayudarnos con el mejoramiento de algunas viviendas y zonas de recreación”.
Se ufanan también de que el plantel de educación primaria, Institución Educativa Fernando de la Vega (sede Almirante Padilla) haya quedado entre los cien mejores colegios de Colombia.
Allí la Fundación Puerto de Cartagena invierte en profesores de inglés, sistemas y música. Con esta última área se ha logrado que el 60 % de los niños que integran el grupo de música clásica Puerto Azul sean residentes de El Zapatero.
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