Nacimientos de pájaros, cardúmenes, vibraciones y estelas que traspasan nubes y vegetaciones.
Así de orgánica es la muestra pictórica “Ofrenda” que se abre hoy a las 7 de la noche en el Hotel Hilton del escritor, poeta y, ahora, pintor, Gustavo Tatis Guerra.
Se trata en efecto de una pasión latente que “abrigó” hace más de 25 años y que ahora reconoce como “una cosecha silenciosa”.
“Es un agradecimiento, voy a mostrar lo que recibí, lo que me ha impresionado del ejercicio pictórico y lo que creo que he aprendido en los últimos 25 años de tanto ver pinturas y de conocer a maestros como Alejandro Obregón”, explica este reconocido poeta de Sahagún (Córdoba).
La obra abstracta expresionista reúne acrílicos sobre lienzo, papel, cartón y madera, en pequeño, mediano y gran formato, para recrear formas de criaturas terrestres y marinas.
A modo profesional el trabajo a exponer lo inició hace 5 años cuando se le daba por pintar sobre los cartones de las tarjetas de invitación a cualquier evento que llegaban a las oficinas de El Universal.
Jugando, dibujando
Sin embargo, las primeras pinceladas brotaron cuando este pintor vivía en un apartamento de la Calle La Factoría, en el Centro Histórico en 1986.
Tatis Guerra relata que esta aproximación se dio cuando nació su hijo mayor, Leonardo, y las paredes de aquel domicilio estaban desprovistas de cuadros.
“En ese momento al ver que no tenía ni un sólo cuadro fue tal mi ingenuidad que le mandé una carta a Alejandro Obregón solicitándole que me regalara uno además por el nacimiento de mi hijo, esa carta nunca me la respondió... en cambio suscito en mí un deseo antiguo de pintar”, narra el poeta.
De tal manera, no resulta inusual que este escritor se hubiera abocado hacia esa forma del arte, la cual también germinó entre cientos de entrevistas que él realiza a diario a otros artistas.
“Siempre estaba latente el deseo de pintar, he visto muchas veces pintar a algunos de los artistas que he entrevistado. Además pintar es una experiencia familiar porque en mi casa los fines de semana comprábamos cartones y todos nos poníamos a pintar en el suelo”, recuerda.
Por todas estas razones y sinrazones, Gustavo Tatis ofrece sus colores a partir de esta noche “devolviendo y entregando alegrías profundas” que lo han marcado.
Pero advierte que no se trata de que haya cambiado de destino u oficio: “simplemente estoy aprendiendo a ver el mundo y la vida no solo desde las palabras sino desde los colores”.
No obstante quienes lo conocen sabían que esta exposición era inevitable, incluso su hijo menor, Gabriel, llamado así por la profunda admiración de Tatis hacia Gabriel García Márquez, lo había advertido desde su ingenuidad cuando le dijo: “Papi, me asustas, hasta la tapa del inodoro la tienes pintada”.
“Pinta a escondidas de Dios”
Sobre la exposición de esta noche, el narrador y poeta John Jairo Junieles manifiesta: "Parece que Gustavo Tatis Guerra pintara a escondidas de Dios. En sus pinturas, uno siente el latido de figuras encarnándose, vemos germinar un universo repentino. El mar no es el mismo mar, los árboles son otra cosa, las camisas en los alambres alcanzan su cielo profundo. Lo que vemos está vivo como nuestros pensamientos: un ciego puede paladear el bullicio de estos peces, olfatear las crines que lleva el viento. Se advierten palpitaciones, gracias a extraños sentidos. La aguja de nuestra brújula se mueve, opera esa magia que guía las aves en sus largas migraciones. La poesía que antes representaba en palabras, este fogueado escritor y periodista, resucita, tiene un nuevo pulso en esos colores estremecidos. Nuestra sed llega a estas orillas, limpia el polvo de sus alas, se arrodilla, y vislumbra el temblor de las estrellas allá arriba".
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