Farándula


Cartagena: Música de independencia

GUSTAVO TATIS GUERRA

21 de julio de 2009 12:01 AM

El signo musical del Gran Concierto Nacional en Cartagena estuvo matizado por la diversidad y la confluencia de sonidos ancestrales y modernos. Hubo calidad musical y público reducido y plural: jóvenes que terminaron compartiendo con mayores, sonidos que integraron espacio y tarima con las nuevas generaciones. Por un lado, la música de Michi Sarmiento, el maestro elegido de la música por votación popular en Bolívar, demostró que se mantiene vigente, con su ritmo y sabor Caribe. Junto a él, las voces serenas, decantadas de las orquestas sinfónicas de dos comunidades educativas: Comfenalco y el Colegio Inem. Las dos instituciones han sembrado una escuela de formación y eso no se improvisa: Edgar Avilán, al frente de la Orquesta Filarmónica de Comfenalco, recoge entre sus alumnos de 11 y 13 años unos frutos admirables forjados con disciplina y vocación. De la misma manera, la Orquesta Sinfónica del Inem, dirigida por el profesor Gregorio Quintero, que ha fomentado un perfil musical en la institución educativa. Lo clásico no pelea con lo contemporáneo ni moderno en Cartagena. Beethoven ni Mozart entran en disputa con los sonidos urbanos del folclor y los ritmos urbanos del reggaetón y la champeta. La voz de Justo Valdés nos devolvió al sabor primigenio y precursor de la champeta cartagenera, cuando a través de Son Palenque logró en los ochenta musicalizar canciones en la lengua bantú y palenquera. Promoción y proyección cohesionada del grupo es lo que siempre le faltó a este buen grupo palenquero liderado por Justo Valdés. La presencia versátil, rítmica, acrobática y musical de los grupos que lidera Ángel Escorcia en la Biblioteca Distrital Jorge Artel fue una verdadera lección de talento y creatividad. Nos referimos al grupo Tambobreak que musicalizó poemas del libro Tambores en la noche, de Jorge Artel. Muy profesional y lograda esta fusión entre poema, hip hop, danza y voz. Este proyecto forma parte de una iniciativa maravillosa: lograr desentrañar la música en la poética de Artel. La joven cantante es proverbial: excelente voz para encarnar el sentimiento afrocaribe del poeta cartagenero. El grupo de hip hop Los Reyes del Piso y el grupo folclórico Esforinca, bajo el impulso de Angel Escorcia, despertaron el interés del público convocado en la Plaza de la Aduana. La voz extraordinaria de Nelda Piña, del grupo Mancumbé, sobrina segunda de Irene Martínez, trajo la gracia, el ritmo y la esencia de los soneros de Gamero. Enelda Piña es junto a Estefanía Caicedo (f), Eulalia Yaya González (f), Irene Martínez (f), Totó la Momposina, Petrona Martínez, Etelvina Maldonado, Martina Camargo, una de las grandes voces del bullerengue colombiano. Le ha faltado promoción a su innegable e impecable voz ancestral. EL GRAN MICHI SARMIENTO Pertenezco a cuatro generaciones de músicos. Algunas de mis canciones: Mi burro, Antonia, Arroyo de Matuya, El tigre de Manatí, Salsa con monte, No te vayas. He alternado con Daniel Santos en 1962, Alberto Beltrán, Bobby Capó (en la inauguración del Hotel Americano), Raúl Shwa Moreno. Para Discos Fuentes, grabé las primeras salsas en Colombia: Amparo Arrebato, Che Che Colé, El Negro y Ray, entre otras. Luego vino Fruko y sus Tesos. Me quitaron de la mitad. Más tarde, le hacen la oferta a mi amigo Joe Arroyo de grabar Mi zapatico. Es una sensación. Fruko y sus Tesos aparecen con Zaoco, se marca una época. Es la edad de oro de Joe con Tania, El Caminante, etc. Le hago los arreglos a algunos temas a Joe, como Musa original, La rebelión, Mary. Trabajé seis años en las Empresas Públicas de Cartagena cuidando los jardines y la arborización, despachador en el almacén de la misma empresa.

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