Farándula


Juan Gossaín, el turno del escritor

GUSTAVO TATIS GUERRA

01 de julio de 2010 12:01 AM

Es el turno para el escritor. Amanece hoy Juan Gossaín (San Bernardo del Viento, 1949), con una nueva silla y una campana para soñar. El tiempo personal, íntimo, creativo, el que perseguía con voracidad, luego de más de nueve mil quinientos amaneceres, cerca de 27 años de ser director de noticias en RCN, empieza en este primero de julio de 2010. Una nueva agenda vital para alguien que duerme tres o cuatro horas, y no se toma ningún descanso: a las nueve de la mañana de hoy comienza una nueva tarea al dirigir un taller en el Centro de Estudios Juan Gossaín. Lo que se extraña de veras son los seres humanos y el alma que palpita en cada una de sus noticias. Pero la suya es una convicción y una decisión de periodista: “mi tiempo ha terminado, gracias por el de ustedes”, es la apertura a un nuevo tiempo de creación, a un espacio laboral y a la posibilidad de seguir vinculado como asesor o consejero o colaborador a través de comentarios, crónicas o entrevistas, una propuesta que estudiará en estos días de reflexión. La suya es también una decisión y una promesa: “Voy a escribir, voy a intentarlo”, dispuesto a no renunciar a la ficción y a la imaginación y por supuesto, a esas realidades que han nutrido sus crónicas y narraciones de ficción. Es un deseo siempre vivo y un tanto aplazado, y para ello la metáfora verdadera de quererse dedicar a lo que siempre ha soñado: “sentarme en soledad y en silencio a mirar el mar durante horas”, es una manera suya de fijar o corregir el horizonte de su propio deseo y el de confrontar la esencia humana del tiempo por venir, ese tiempo del que no hay oro que lo pague: estar con los suyos y consigo mismo. Pero hay en el espíritu de este narrador, un corazón de romántico: no ha vuelto a su aldea natal, San Bernardo del Viento, que parece inventada por él mismo, porque no quiere arruinar o desencantar sus propios recuerdos, desde la luz y la mirada del niño y el muchacho que los fijó en el tiempo. Pero al no ir físicamente, va y viene en el espíritu y lleva consigo a San Bernardo del Viento. Los que durante estos 27 años despertamos con la campana, el alma y la voz de sus noticias, incurrimos en un lugar común del egoísmo: esperar que siempre esté en el lugar de siempre. Con la misma franqueza con la que llegó, se despide para iniciar una nueva aventura, para ir tras su propio deseo. No ha cesado de trabajar en estos cuarenta y cinco años, desde que empezó a vender arroz en la tienda de sus padres, desde que empezó a escribir las cartas-crónicas de su aldea, con ojos ansiosos de tanto descifrar la realidad y sumergirse en sus costados desconocidos, siempre tras los seres humanos. Ha sido y lo es un maestro de la narración. Allí están sus libros de crónicas: “La nostalgia del alcatraz”, “Crónica del día”, las novelas “La mala hierba”, “La balada de María Abdala” (2003), “Al final del sueño” (2007), los libros de cuentos: “Puro cuento”, “Etcétera” (2008). Su imaginación no renuncia ni se pensiona. Se fortalece. Y el mar de los cuentos y las novelas le esperan. GOSSAÍN, LLUVIA DE MENSAJES De San Bernardo del Viento llegan cartas. Del otro lado del mar llegan voces, nostalgias y alabanzas. No cesan de llegar mensajes a su correo electrónico, a RCN, a los medios de comunicación, expresando admiración y respaldo a Juan Gossaín. Tal como lo informó Colprensa: “Desde Panamá, el presidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, resaltó el trabajo periodístico “extraordinario” de Juan Gossaín. Uribe manifestó que “Juan Gossaín es un periodista que tiene toda la caballerosidad, que en aras de la caballerosidad nunca ha sacrificado la objetividad pero tampoco su objetividad de periodista lo ha llevado a maltratar la caballerosidad”. “Juan Gossaín es un periodista extraordinario. Yo quiero rendirle todo nuestro homenaje y ojalá no se jubile, porque Colombia necesita que esa mente lúcida de Juan se mantenga muy, muy activa”. En la pantalla de su computador hay una galaxia que bailotea en azules y amarillos, esperando sus palabras. Detrás de su ventana está el mar.

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